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Para Rebecca González, la vida se partió en dos la madrugada del 7 de octubre de 2023. Aquel día, el destino le arrebató a su esposo, Elkaná Bohbot, ciudadano colombo-israelí y padre de su hijo. Elkaná, que trabajaba como gerente logístico del Festival de Música Nova, fue uno de los cientos de jóvenes asaltados por el grupo terrorista Hamás. Hoy, a dos años de distancia, Rebecca vive en el "duelo congelado," aferrada al recuerdo del último abrazo y a la promesa de un renacimiento familiar.
El último encuentro fue una mezcla de entusiasmo y una dolorosa premonición. Elkaná estaba emocionado por la fiesta y le pidió a Rebeca que lo acompañara. “Me decía: 'Ven conmigo esta noche, yo quiero que vengas', y yo no, no, no”, recuerda Rebecca. Ese abrazo final y sus últimas palabras han quedado grabadas como la letra de una canción triste: "Ese abrazo, el decirle que le deseaba suerte, el decirme que yo era su mundo y todo lo que él hacía era por mí, por nuestra familia. Fue una sensación tal cual como esa canción que dice: debí darte más besos las veces que pude". Horas más tarde, en medio del caos del ataque, testigos aseguraron que Elkaná Bohbot intentó socorrer a los heridos antes de ser capturado y secuestrado por Hamás.
Desde aquel fatídico día, Rebecca y su pequeño hijo, hoy de cinco años, han convertido la angustia en una lucha incansable por la liberación de Elkaná. Ha viajado a Bogotá para pedir ayuda al Gobierno de Colombia, ha estado en manifestaciones y ha tocado incontables puertas, pero la incertidumbre la persigue día a día.
"La lucha del dolor es una lucha de esperanza," explica. "Es todo el día levantarme e ir con el signo de pregunta: ¿qué va a pasar hoy? ¿Qué va a pasar mañana? ¿Cuándo mi esposo va a regresar?". El dolor más profundo no viene de la pérdida, sino de la ausencia sin cierre. "Esto no es un duelo, esto es el duelo congelado, donde no hay un cuerpo, está la ausencia, no sabes cómo está, en qué situación está", afirma.
Elkaná es uno de los pocos secuestrados que se cree siguen con vida entre los que aún permanecen en Gaza. Sin embargo, las escasas "pruebas de vida" publicadas por Hamás han sido un arma de tortura emocional para Rebeca y su familia. "Los cuatro videos de supervivencia de mi esposo son terribles", confiesa, esperando que su hijo "nunca tenga que ver esos videos". Estos clips, según ella, son una estrategia de Hamás "para hacer sufrir a las familias, para hacer sufrir a todo un país, a todo el mundo que se conecta con este dolor y este sufrimiento".
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El tiempo ha volado y, a la vez, se ha sentido como una eternidad. El agotamiento es constante, pero la rendición no es una opción para Rebecca, quien se ha convertido en la voz de su esposo. "La esperanza nunca se ha ido. Simplemente ella se apaga. Es una lucha entre la esperanza y el agotamiento o la desesperanza", reflexiona. "No tengo opción de rendirme. Tengo que ser la voz de mi esposo. Tengo que seguir luchando".
La familia se aferra a la última promesa que Elkaná le hizo a Rebeca: "Él me prometió que iba a volver a casa en la última conversación que tuvimos el 7 de octubre". El próximo 17 de este mes, Elkaná y Rebecca cumplirán siete años de casados. Ella sueña con ese reencuentro que significará un nuevo comienzo.
"El poder volver a abrazarlo, decirle que ya la prueba más difícil de su vida la ha superado, porque después de esto no tenemos por qué quejarnos más en la vida", expresa. Rebecca agradece el "abrazo invisible" de la comunidad internacional, los mensajes de apoyo desde Colombia y Latinoamérica que sostienen a su familia en esta lucha. Está convencida de que su perseverancia, junto a la de la madre de Elkaná, terminará en el renacimiento de una familia que no se dio por vencida.
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