El "número real" de personas infectadas por COVID-19 en España durante la pandemia "supera los 3 millones", afirmó el viernes el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en una declaración sobre la situación sanitaria del país, uno de los más golpeados por la enfermedad.
"La situación es grave" y vienen meses "muy duros" con la llegada del frío, advirtió Sánchez, en un mensaje destinado a preparar a la población para medidas sanitarias más duras que deben acordar las regiones autónomas, que en España toman las decisiones en materia de salud, con el gobierno central.
Recordando que esta semana España sobrepasó el millón de casos notificados oficialmente, señaló que "realmente, el número de personas que han sufrido la enfermedad en el país supera los 3 millones".
Explicó que la enorme diferencia se debe a que "en la primera ola el virus se propagaba fuera de control" y "apenas se diagnosticaba el 10%" de las infecciones.
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"Ahora se detecta la mayoría de los casos, en torno al 70%", acotó Sánchez, especificando que en la primera semana de octubre se alcanzó el récord en el país de más de 800.000 test realizados.
Antes de la comparecencia de Sánchez, las autoridades de varias de las 17 regiones autónomas del país anunciaron nuevas restricciones y algunas pidieron al ejecutivo central imponer un toque de queda, una medida que han aplicado otros países europeos como Francia, Bélgica e Italia.
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En Madrid, el gobierno regional anunció la prohibición a partir del sábado de reuniones de personas que no viven bajo el mismo techo entre medianoche y las seis de la mañana.
Con su decisión, Madrid busca imponer "restricciones drásticas de la activad social, especialmente la nocturna", informó en ruedas de prensa el responsable madrileño de Salud, Enrique Ruiz Escudero.
Bares y restaurantes tendrán que cerrar a la medianoche y no podrán aceptar clientes después de las 11:00 p.m.
Las autoridades habían explicado en días anteriores que buena parte de los contagios se estaban produciendo en reuniones y entre jóvenes.
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Este anuncio se produce a pocas horas de que el estado de alarma, una medida excepcional decretada hace dos semanas por el gobierno central para imponer un cierre perimetral de la capital española y zonas aledañas, finalice el sábado.
La medida sobre Madrid fue impuesta pese al rechazo del ejecutivo regional madrileño, dominado por la derecha, que mantuvo un pulso por semanas con el gobierno central de izquierda.
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Evitar otro confinamiento domiciliario
En paralelo, la región de Castilla y León (en el norte) no esperó al gobierno central y anunció que impondrá un toque de queda para sus habitantes a partir del fin de semana, mientras que Valencia (en el oriente) lo hará en los próximos días.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, indicó en rueda de prensa que el gobierno sigue estudiando las "opciones jurídicas" para facilitar los toques de queda en cualquier lugar del país, pero que en principio requeriría un estado de alarma para dar encaje legal a las restricciones a la movilidad.
Para imponer el estado de alarma, el gobierno quiere contar con el apoyo de todas las regiones y partidos políticos, ya que esta medida debe ser ratificada por el Congreso.
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Con semblante serio, Sánchez pidió a sus compatriotas "actuar con determinación, con la máxima disciplina social" para volver a doblegar la curva de infecciones como en la primera ola.
"La situación no es comparable a la del 14 de marzo, cuando nos vimos obligados a decretar un confinamiento domiciliario", uno de los más rígidos del mundo, recordó Sánchez, afirmando que se busca evitar otro confinamiento similar por "los sacrificios que comporta y las consecuencias económicas y sociales".
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España, uno de los países más golpeados por la pandemia, se convirtió el miércoles en el sexto país del mundo en pasar la barrera del millón de contagios. Registra hasta el momento más de 34.500 decesos.