Manaos, la capital del estado Amazonas en Brasil , vive un verdadero infierno por cuenta de la variante P1 del COVID-19 descubierta en diciembre.
La mutación del coronavirus deja sin oxígeno a la avalancha de pacientes que desborda la capacidad de los hospitales de esa ciudad. Tal es la crisis allí, que al menos 600 personas esperan por una cama de la unidad de cuidados intensivos, aunque estar allí no signifique que salgan con vida.
Según un artículo de la revista ‘The Atlantic’ , la variante, además de que parece ser más transmisible, “lleva mutaciones que lo ayudan a escapar de los anticuerpos que desarrollamos en respuesta a linajes más antiguos del COVID”, un factor que da luces de por qué esta ciudad amazónica, donde el 76 por ciento de la población ya se había infectado de coronavirus, sufre de nuevo el embate del virus que tiene contra las cuerdas a esa zona del país.
Otra preocupación es que, según fuentes oficiales, desde Manaos se han trasladado al menos 424 personas a 16 regiones desde el pasado 15 de febrero, lo que ayudaría a diseminar la variante brasilera del COVID-19.
Publicidad
La alarma que hay en el mundo por la mutación P1, que parece dominar en Manaos, hizo este martes que España solo permitiera el ingreso de pasajeros provenientes de Brasil que tengan nacionalidad o residencia española. Y en las últimas horas, Arabia Saudita se sumó a la lista de naciones que vetaron por completo la entrada de viajeros provenientes del gigante suramericano.
Con las vacunaciones que se adelantan en ciudades como Río de Janeiro, las autoridades tratan de contrarrestar el virus.
Publicidad
“El solo hecho de estar aquí y poder recibir su vacuna es una gran alegría, espero que todos sientan la misma alegría”, dijo Cintia Moreira, familiar de una persona que recibió la vacuna contra COVID-19.
Pero la alegría viene empañada de un reclamo al gobierno, blanco de críticas por la lentitud en las jornadas de inmunización y la escasez de las dosis disponibles.
“Mucha gente todavía necesita ser vacunada, muchas dosis de vacunas aún no han llegado, necesitamos que el gobierno sea muy eficiente para que esto realmente funcione”, dijo Sonia Oliveira, familiar de otro vacunado.
Unos dos millones de brasileros se han vacunado al momento. Río de Janeiro le apuesta a que a finales de febrero los más de 200 mil adultos mayores de 80 años que habitan esa zona estén inmunizados.