Estos niños ambientalistas, que ven el mundo como pocos, lo harán sentir orgulloso de ser colombiano

En el Día Mundial del Medio Ambiente, las nuevas generaciones se pronuncian y resaltan. Laura Jiménez Forero es ejemplo de ello en Santander.

“Imagínate una cuarentena sin árboles que nos dan frutos, agua que poder beber, o sin aire limpio que poder respirar; por eso los niños y jóvenes reclamamos el derecho a disfrutar de los recursos naturales, por eso le decimos no a la tala de árboles y no al uso innecesario del agua, acá en mi territorio el Corregimiento El Centro el cambio es urgente”, dice esta ambientalista de 14 años.

Su conciencia es asombrosa, toda ella respira naturaleza.

“Mi patria chica es el corregimiento El Centro, un corregimiento de Barrancabermeja.

Aquí se inició la explotación petrolera hace más de 100 años, nosotros nos sentimos orgullosos de ser el corazón petrolero del país. Aquí vivimos gente buena, nos llaman los ‘comemango’, tenemos muchos árboles de mango. También tenemos pajaritos e iguanas. Nos preocupa que muchas especies que viven en el agua se están muriendo como los manatíes, y el agua se está secando. Yo soy una niña como muchos de mis compañeros y amigos que no queremos perder las cosas lindas que tenemos”, dice Laura Jiménez.

Por eso le preocupa el fracking y afirma: “Utiliza grandes cantidades de agua con químicos y arena, los desechos que estas perforaciones botan contaminan el aire, los suelos y a largo plazo causan enfermedades a los animales, como también a los seres humanos”.

Laura es una fuente inagotable de preguntas, nada la sacia, investiga y cada día se concentra en aprender más sobre el impacto que causa la extracción de hidrocarburos en la tierra y en las fuentes de agua.

“Quiero aprovechar este espacio para hacerles un llamado al gobierno nacional para que desistan de la idea de hacer fracking acá en mi territorio, ya que en otros países lo han suspendido por el daño tan grande que causa a nivel de la naturaleza y de los seres humanos”, sostiene Laura.

Así piensan, así hablan los activistas ambientales de corta edad, que piden un equilibrio urgente de la naturaleza en los territorios donde crecen felices.