Vive en Belleville, Ohio, junto a su hermana y sus padres. Al conocer la condición de la niña, su familia emprendió una carrera contra el destino para que su hija viera todo lo que pudiera antes de que la luz de sus ojos se apague.
Una aerolínea turca ofreció llevarlos a donde quisieran en el mundo y su destino fue Roma.
En la Plaza de San Pedro se dio el encuentro entre el papa Francisco y Lizzy. El sumo pontífice bendijo sus ojos y su rostro y prometió orar por la pequeña, que con la ayuda de sus padres colecciona recuerdos en su memoria antes de que el síndrome de Usher termine de afectarla.
Updated: diciembre 23, 2016 02:53 p. m.