Los jugadores de la selección brasilera han dejado clara su simpatía por las protestas multitudinarias que han sacudido Brasil en los últimos días, aunque al mismo tiempo participan en un torneo que muchos de los manifestantes quieren que se suspenda.
Neymar fue el último en expresar su apoyo a las movilizaciones, que este miercoles tuvieron lugar en ciudades como Belo Horizonte y Fortaleza, donde los manifestantes cortaron la principal vía de acceso al estadio donde se disputará el partido Brasil-México por la Copa Confederaciones, que reúne a ocho selecciones.
"Estoy triste por todo lo que está sucediendo en Brasil. Siempre tuve fe en que no sería necesario llegar al punto de salir a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, salud, educación y seguridad, eso es todo obligación del Gobierno", escribió en su cuenta en una red social.
"Quiero también un Brasil más justo, más seguro, más sano y más honesto", añadió el número 10 de la selección brasilera.
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"La única forma que tengo de representar y defender a Brasil está en la cancha, jugando al fútbol. Y desde este partido contra México entro en la cancha inspirado por esta movilización", dijo.
Precisamente muchos de los manifestantes protestan por el alto gasto público en la organización del Mundial de 2014, que el Gobierno situó en 28.000 millones de reales (unos 13.000 millones de dólares), y del cual la Copa Confederaciones es una especie de ensayo a menor escala.
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Hasta febrero las autoridades calculaban la factura de las obras de infraestructura para el torneo en 26.500 millones de reales (unos 12.325 millones de dólares).
Los participantes en las protestas reclaman más dinero para salud y educación, en lugar de inversión en estadios, además de la bajada de la tarifa de los transportes públicos, lo que dio origen a las movilizaciones hace una semana en Sao Paulo.
"Hey, Fifa! Paga mi tarifa!", fue uno de los gritos de los manifestantes en las marchas del pasado martes en esa ciudad.
Los jugadores de la selección han evitado referirse a ese tema específico, pero antiguos integrantes del combinado no han tenido reparos en hacerlo.
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El atacante Rivaldo, aún en activo a los 41 años, afirmó en Twitter que "en este momento" Brasil "no tiene condiciones" y "no necesita" organizar un Mundial.
"Es una vergüenza estar gastando tanto dinero para este Mundial y dejar los hospitales y escuelas en condiciones precarias", dijo.
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En cambio Ronaldo, miembro del comité organizador de la Copa del Mundo 2014, defendió la realización del torneo.
"La Copa es una oportunidad increíble para Brasil. Oportunidad para atraer atención, inversión, turismo y otras mil cosas. Pero eso no obliga a dejar de invertir en cuestiones sociales prioritarias como salud, educación transporte, seguridad...", afirmó en Twitter.
"Son 63 años sin Copa y no se vio que se destinaran millones a las cuestiones sociales. Dudo que nuestro país estuviera mejor si no lo hubieran seleccionado para realizar el Mundial de 2014", dijo Ronaldo.
En todo caso, la selección ha superado el tabú en vigor durante treinta años a opinar sobre temas políticos.
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Ayer David Luiz dijo que las manifestaciones son un medio legítimo para conseguir que el país "mejore".
Y Hulk aludió a sus orígenes pobres para explicar que le dan ganas de sumarse a unas protestas que, en su opinión, "tienen total razón", por lo que pidió a los gobernantes que escuchen las reivindicaciones.
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Del mismo modo, la FIFA también ha apoyado a los manifestantes sin referirse a las reclamaciones que le atañen, sobre el gasto en los torneos de fútbol.
El coordinador de Responsabilidad Social de la FIFA, Federico Addiechi, dijo que las protestas merecen "aplausos" y demuestran el "vigor de la democracia" en el país.
Mientras Brasil y México se preparaban para el partido en Fortaleza, entre 40.000 personas, según los últimos cálculos entregados por la Policía Militarizada, cortaron el tránsito en la avenida Alberto Craveiro, el principal acceso al estadio Castelao.
Hubo un enfrentamiento con la Policía que se saldó con al menos ocho agentes heridos por pedradas, según manifestaron fuentes de ese cuerpo.
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Las mayores manifestaciones tuvieron lugar el pasado lunes, cuando 250.000 personas salieron a las calles, de ellas 100.000 en Río de Janeiro.