El olor a basura quemada inunda las calles de la ciudad que por las mañanas parece salir de la resaca de una noche de protestas.
No funciona el transporte público, los semáforos están apagados o intermitentes y sobrevuelan los aviones militares enviados por el gobierno de Nicolás Maduro.
Los antecedentes de encapuchados haciendo barricadas con troncos de árboles anticipan nuevas manifestaciones.
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San Cristóbal, capital del estado fronterizo de Táchira y con unos 600.000 habitantes, ha sido epicentro de violentas protestas callejeras en las últimas dos semanas, lo que obligó a Maduro a anunciar el jueves la posible declaración de un estado de excepción en Táchira y ordenar la suspensión del porte de armas.
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El gobierno envió especialmente aviones y fuerzas policiales y militares para que custodien algunos sectores de la capital estatal.
"Todavía no explicó por qué" esos vuelos, dijo el viernes a The Associated Press el alcalde Daniel Ceballos, miembro del partido Voluntad Popular en el que milita Leopoldo López, el encarcelado dirigente opositor de 42 años.
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El gobierno dijo que el envío de tropas ayudará a que se normalicen el comercio y la circulación de personas.
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"Los problemas no se resuelven con soldados, se resuelven con gas, harina, medicamentos, papel toilet", exhortó Ceballos.
San Cristóbal no sólo es un bastión de la oposición, es el germen de las manifestaciones que se han multiplicado por toda Venezuela desde hace diez días en la primera crisis política que enfrenta Maduro desde que asumió el gobierno en abril de 2013. Hasta el momento, las protestas han dejado seis muertos, unos 70 heridos y más de dos centenares de detenidos en todo el país.
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Pero lo que se ha convertido en un clamor popular por la creciente delincuencia, una inflación anual de más de 50% y la escasez de bienes y servicios comenzó con una demanda de mayor seguridad de los universitarios de Táchira.
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José Vicente García, de 28 años y estudiante de ingeniería industrial en la Universidad Nacional Experimental del Táchira, relató a la AP que el 4 de febrero en la Universidad de los Andes una estudiante salía del comedor hacia el edificio principal de esa casa de estudios cuando fue interceptada por dos hombres que intentaron violarla y la golpearon.
Los atacantes se dieron a la fuga ante la reacción de otros estudiantes, pero el caso desencadenó protestas de los alumnos que exigieron al gobernador oficialista de Táchira, el general en retiro José Gregorio Vielma Mora, seguridad en el centro superior de estudios. Durante aquella primera manifestación los estudiantes fueron reprimidos por miembros de la guardia nacional.
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En los días que siguieron adhirieron estudiantes de otras universidades que también exigían seguridad. El 7 de febrero fueron detenidos tres estudiantes por encabezar una manifestación en la que reclamaban la liberación de alumnos detenidos menores de edad.
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Maduro y Vielma Mora denunciaron que manifestantes habían intentado quemar la casa del gobernador, que según los estudiantes fue atacada a pedradas. Las protestas, hasta entonces locales, cobraron importancia cuando López, que aguarda el inicio de su proceso penal luego de ser acusado de promover manifestaciones violentas, se unió a los reclamos. La sociedad civil no tardó en hacerse eco.
"Se nos sumaron a las protestas buscando la seguridad de la universidad y se sumaron sectores políticos, civiles, todos; no sólo ahora por la seguridad sino por la escasez, la violencia", dijo García.
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"Táchira nunca ha sido muy chavista, no sorprende que por ahí hayan empezado las protestas. Sobre todo porque hay una población universitaria desproporcionadamente mayor que en otras partes de Venezuela", dijo a la AP Javier Corrales, profesor de Ciencias Políticas de Amherst College y estudioso de la realidad venezolana.
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De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral de Venezuela, Vielma Mora ganó la gobernación en diciembre de 2012 con 54% de los votos frente a su rival de la oposición que obtuvo 45%. En tanto, Ceballos triunfó en las elecciones de alcalde de San Cristóbal en diciembre con 67,6% frente al candidato del oficialismo que obtuvo sólo 20,4%.
San Cristóbal es una ciudad de techos bajos, con el desorden urbanístico tradicional de Venezuela. Buena parte de los vehículos llevan pintado en el parabrisas trasero "(hash)libertad".
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Por las protestas diarias, sólo algunos bancos, restaurantes y comercios abren sus puertas y apenas hasta el mediodía. En algunos sectores la gente hace fila para comprar verduras en mercados callejeros.
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Jeffrey Guerrero, un vendedor de harina de 38 años que compra en la vecina ciudad colombiana de Cúcuta, no se queja de las dificultades. "Es magnífico", dijo mientras caminaba ante la falta de transporte y las largas filas para llenar el tanque de gasolina. Las protestas son "la rebelión ante una dictadura que nos quieren imponer disfrazada de democracia", agregó.
La presencia militar, por ahora, es visible sólo en algunos sectores. La AP intentó hablar con los jefes del Comando Regional Número 1 que opera en la zona pero estaban reunidos, dijo el mayor que se identificó por su apellido, Luna.
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En las manifestaciones en San Cristóbal no se han producido víctimas fatales, pero están lejos de tener fin. "Hemos decidido tomar las calles de una vez por todas", dijo García, uno de los nueve miembros del Concejo Municipal de
San Cristóbal y representante de Voluntad Popular, y aseguró que van a seguir protestando todos los días en al menos 70 puntos de la ciudad.
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El alcalde Ceballos destacó que el sábado buena parte de la ciudad participará de la marcha nacional convocada por la Mesa de la Unidad, la coalición de grupos opositores, "con la intención de seguir rechazando las políticas del gobierno".
Pero Maduro insiste en que las manifestaciones no son espontáneas sino que obedecen a un plan del "imperialismo" y a sus adversarios políticos de Estados Unidos y sectores de derecha en Colombia, lo que ambos países niegan.
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"Es parte de la superstición del gobierno venezolano que necesita dar una explicación y siempre será que es una injerencia y culpará a (el expresidente colombiano Álvaro) Uribe, a Washington y a los enemigos conocidos. Las explicaciones siempre terminan en situaciones golpistas, de injerencia extranjera y en que los manifestantes son gente bien. Es un libreto muy predecible y poco creíble", explicó Corrales.
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Agregó que en Venezuela "no hay historia de estudiantes no chavistas armados... No conozco casos de violencia organizada ni creo que los estudiantes tengan contactos con el estamento militar tras 15 años de gobierno en los que se eliminó a elementos desleales".
Para María García, una vendedora de 30 años, suponer que quienes protestan en San Cristóbal son de clase alta y están influenciados por la derecha es un absurdo. "Protesto por la inseguridad, por la escasez, por el abuso de autoridad... ¡Cómo no voy a estar molesta! Estoy cansada de cinco y seis horas de fila para comprar un kilo de harina", se quejó.
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En su barrio, Los Agustinos, la gente tendió un alambre de púas de lado a lado de la avenida principal del que se sostiene una red metálica. El bloqueo es total. John, un camionero de 35 años que sólo quiso dar su primer nombre, aseguró que quienes protestan están desarmados. "No tenemos armas, pero si nos atacan no somos tontos, nos defendemos", dijo mostrando una pila de piedras.
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Por Vivian Sequera
San Cristóbal, Venezuela