Danna y Paula son las hermanitas Merchán, dos jovencitas diagnosticadas con una de las enfermedades más raras del mundo: raquitismo, un trastorno por falta de vitamina D, calcio o fósforo que debilita sus huesos.También lea: #SalvemosAValentina: padres emprenden campaña por su bebé de 7 meses en Barranquilla“Es un poco difícil a veces porque no podemos hacer todas las cosas que cualquier persona puede", expresó Danna.“A veces, unos días estamos bien, nos levantamos, podemos caminar y, de repente, ya no podemos y no sabemos por qué", dijo Paula.Un vaivén en el que han estado por más de 13 años y que cada día deteriora más su salud y calidad de vida.“No se volvió a vivir la vida común y corriente. Ahora permanecen la mayor parte del tiempo en silla de ruedas. Hay que llevarlas para todos lados en silla de ruedas", declaró Martha Cárdenas, mamá de las hermanitas Merchán.Lea, además: La transformación de Ronald, habitante de calle y artista: su sonrisa lo dice todoMartha es su protectora, quien día a día debe arreglárselas para mantenerlas en pie y hacer más ameno el camino. La fuerza de una es prácticamente la fuerza de la otra.“Es una prueba que Dios nos pone. Nosotras somos muy fuertes y con la ayuda de mi mamá, que siempre nos ha enseñado sobre la palabra de Dios y todo, que nosotras podemos, aunque a veces sintamos que no. Somos muy valientes", indicó Danna.Danna, de 15 años, sueña con ser diseñadora de modas y Paula, de 18, con estudiar diseño gráfico, pero lo ven casi imposible al no poder movilizarse y no tener más alternativas.“Yo estudio virtualmente y, pues, solo salgo a veces para compartir con mis compañeros, a veces me dejan salir al parque de acá porque ellos vienen acá", añadió Danna.Puede ver: Jesús, el niño al que su mamá carga en la espalda, despertó la solidaridad de los colombianosA esto se le suma que poco a poco empiezan a sentir con mayor intensidad el miedo a socializar y a vivir.“A veces no deberíamos juzgar a las personas sin saber qué pasan o qué tienen, porque no somos quienes para juzgar, sino solamente Dios puede hacerlo y porque no saben lo mucho que le afectan a uno", expresó Paula.Ellas hacen parte del grupo de 3.000 niños y jóvenes de Colombia que padecen este tipo de enfermedades raras. Anhelan tener pronto la programación de dos cirugías para poder caminar mejor y otras alternativas para seguir adelante con sus estudios.Podría leer: De luchar en la política a batallar por su vida: conmovedor testimonio de santandereana con cáncer
Becky Aspinall es una joven madre que como último deseo pidió adelantar la celebración de Navidad para este fin de semana y poder pasarla con su hijo antes de perder la conciencia y morir en Oxton, Reino Unido.Hace 13 años, cuando estaba embarazada de su hijo Alfie, fue diagnosticada con la enfermedad de Huntington, una afección que impide que todas las partes del cerebro funcionen correctamente con el pasar del tiempo.Puede leer. Dos abuelitas llevaban más de 10 años sin verse y tuvieron por fin un emotivo encuentroA lo largo de los meses, Becky, de 32 años, se ha deteriorado y hoy en día está recibiendo cuidados paliativos, ya que le es imposible caminar, hablar o comer.“Desde que fue diagnosticada, se ha deteriorado con los años. Eso significa que está al final de su vida”, expresó Kisrty Smith, mejor amiga de Becky, para el medio local Liverpool ECHO.Aunque no es posible saber cuándo Becky dejará este mundo, los médicos han afirmado que difícilmente pase de las festividades de fin de año.Por lo anterior, los planes de la familia Aspinall para diciembre se han visto frustrados y ahora adelantarán la celebración de Navidad, adornando su casa durante este fin de semana.“Así que su madre decidió llevar la Navidad a su jardín delantero. Nos gustaría que estuviera listo para este sábado porque no sabemos cuánto tiempo permanecerá consciente", agregó Kisrty Smith.Kirsty agregó que la familia no está pidiendo donaciones en efectivo, pero se ha creado una lista de deseos en Amazon. Además, esperan recibir donaciones para comenzar los preparativos funerarios debido al deterioro de la salud de Becky.
En zona rural de Contadero, sur de Nariño, la comunidad, con apoyo de la Policía, construyeron una vivienda digna para dos mujeres en condición de discapacidad y que vivían en extrema pobreza.Doña Diocelina, de 85 años y su hija Teresa, de 45, vivieron toda su vida en una casa, en pésimas condiciones, ubicada en una vereda de Contadero. En medio del intenso frío y la escasez, siempre estuvieron unidas.“Tenían su casita hecha de plástico, todas sus cositas eran muy viejitas, unas ollitas totalmente negras, no tenían cama, cobijas tampoco", expresó Estefanía Chamorro, habitante de Contadero.También vea: Emotivo encuentro: hijo de colombiana que murió cruzando frontera de EE. UU. fue entregado a su papáTras conocerlas, el subteniente Mario Camacho convocó a la comunidad y al departamento de Policía de Nariño para apoyarlas.“Nos acerca más a la comunidad que nosotros somos uniformados, estamos para servir, colaborar a la comunidad y apoyarnos los unos a los otros", manifestó el subteniente Mario Camacho, comandante de la Policía en Contadero, Nariño.El cabildo indígena de la zona también participó en la construcción de la vivienda.“Poder llegar con ese mejoramiento aun cuando es humilde pero lo hemos hecho con mucho cariño", declaró Armando Jurado, gobernador indígena de la Aldea de María.“Satisfecha, alegre, contenta ya por haber terminado ya lo que iniciamos hace 5 años", dijo Doris Dávila Chávez, otra habitante de Contadero.El terreno adquirido le fue escriturado a Doña Diocelina y su hija Teresa.Ahora, cuentan con una vivienda digna, camas, cobijas y hasta vajilla nueva, pero lo que más agradecen, es el cariño de quienes les tendieron la mano.
Un hecho desgarrador sucedió en Kamareddy, India, cuando un habitante de calle cargó el cuerpo de su esposa por tres kilómetros. Descansó al dejarla en un cementerio.El hombre, identificado como Swami, llevaba a su difunta esposa, Nagalaxmi, después de que la Policía le dio 2.500 rupias- aproximadamente 125 mil pesos- para que la sepultara dignamente.Sin embargo, no pudo conseguir ningún vehículo que lo llevara al camposanto porque los conductores sospechaban que la mujer murió por coronavirus.Después de varias horas de espera y súplicas, Swami cargó el cuerpo de su esposa en hombros, por tres kilómetros, hasta el cementerio donde le dio el último adiós.Esta pareja solía vivir cerca a una estación de tren donde se ganaba la vida pidiendo limosna.