Médicos intensivistas, generales, enfermeras, auxiliares, terapeutas e ingenieros biomédicos hicieron parte de este grupo, cuyo objetivo principal era controlar la letalidad del coronavirus . Iniciaron labores el 18 de mayo.
El primer destino fue Leticia, en el Amazonas, donde arrancaban los días más difíciles por el contagio para esa región del país. Según el doctor Andrés Marín, líder de la Misión Colombia, el 90% de la población era asintomática.
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Allí, estos valerosos voluntarios descubrieron la realidad que muchos desconocen. “Es otra Colombia, la cobertura de salud está garantizada, pero la accesibilidad no. En Amazonas hay corregimientos que quedan a dos meses y medio en lancha, entonces esas personas qué atención reciben”, explica el doctor Marín.
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Tras permanecer tres semanas en Leticia, la siguiente batalla que enfrentaron fue en Quibdó. Una vez más abordaron un avión de la Fuerza Aérea para llegar a su destino, donde en tiempo récord montaron la unidad de cuidados intensivos del Hospital San Francisco de Asís.
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“Encontramos que, a diferencia de Leticia, los pacientes de Quibdó estaban mucho más enfermos. A pesar de que la epidemia no estaba en su furor, sí encontramos que las personas se afectaban con COVID, la enfermedad se comportaba entre moderado y severo y por eso requerían el montaje urgente de la UCI”, recalca el líder de la misión. En otras palabras, “se estaban muriendo más rápido”.
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Una vez terminaba su trabajo en una ciudad, empacaban maletas y se dirigían a otro lugar donde el coronavirus crecía de manera descontrolada por cuenta de la indisciplina de algunas personas, fue así como llegaron a Barranquilla , Montería y Cali .
El doctor Andrés Marín recalcó que el COVID-19 no distingue edad ni sexo: “hemos visto morir gente mayor de 70 años, pero también hemos visto morir gente menos de 40 años; gente sin comorbilidades que se muere. Siempre es complejo porque nosotros llevamos trabajando casi medio año y en ese medio año la gente todavía no ha entendido que esto es real y que está pasando”.
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El líder de Misión Colombia habla por todo su equipo al decir que “ayudar a la gente fue reconfortante”. Muchos de estos voluntarios reconocen que esta pandemia transformó sus vidas y están dispuestos, de ser necesario, a regresar a esos lugares recónditos.
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Por lo pronto, confían que el autocuidado disminuya el número de víctimas.
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