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La reportera colombiana Catalina Gómez Ángel se ha convertido en una figura respetada y reconocida en el periodismo de guerra. La comunicadora, oriunda de Pereira, ha dedicado más de dos décadas a contar historias desde los lugares más peligrosos del planeta. Su trabajo, marcado por el compromiso con la verdad y una mirada profundamente humana, acaba de ser reconocido con el I Premio Internacional de Periodismo David Beriain, otorgado en España. No solo ha sobrevivido a diferentes guerras, sin que las ha narrado con valentía y sensibilidad.
Catalina Gómez vive en Irán, desde donde reporta para medios internacionales en español. Su trayectoria incluye coberturas en Siria, Palestina, Irak, Egipto, Líbano, Turquía, Afganistán y Ucrania. En 2023, mientras cubría la invasión rusa, sobrevivió a un ataque con misil.
“¡Está loca! ¿Cómo se va a ir? ¿De verdad está hablando en serio?”, le dijeron cuando decidió mudarse a Irán. En una entrevista con Los Informantes en 2021, relató: “Llegué aquí y me recibió el amigo de un amigo, de una amiga. Yo tampoco conocía muchísima gente, fue duro la llegada, nunca voy a negarlo, los primeros meses fueron muy duros, me pregunté muchas veces yo realmente qué estaba haciendo aquí y yo qué estaba buscando”.
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Catalina estudió Comunicación Social en la Universidad Javeriana. Comenzó su carrera cubriendo deportes en El Tiempo, luego pasó por la Revista Semana y otros medios colombianos, pero su sueño estaba lejos de las redacciones locales. Empacó un diccionario y se lanzó a Teherán, la capital de Irán, un país con una cultura, idioma y régimen completamente distintos.
“A mí Irán llevaba interesando muchísimos años y de hecho cuando hice una maestría en Relaciones Internacionales mi monografía fue sobre Irán y su política exterior, pero yo creo que ninguno creyó que yo realmente me iba a venir a vivir aquí porque yo quería ser corresponsal”, contó.
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Antes de partir, tomó clases de persa, idioma que guarda similitudes con el pastún, hablado por los talibanes en Afganistán. Catalina sabía que, para contar historias desde el terreno, debía entender el idioma y la cultura.
Ser mujer en Irán tiene desafíos, pero a su vez ser periodista implica muchos más. Catalina es la única colombiana y periodista de habla hispana que reporta desde Irán sobre el Medio Oriente. Su imagen es velo en la cabeza, chaleco antibalas, libreta, grabadora y cámara en mano.
No es exageración, mientras hace reportería puede explotar una bomba o la pueden rozar las balas o hay censura o represión o miedo y claro, todo es más difícil todavía para ella por ser mujer.
Su trabajo es tan difícil que hasta las ONGs temen hablar con periodistas. “Yo no puedo hacer cualquier historia, las ONGs tienen pánico en hablar con los periodistas, aquí es imposible trabajar con una ONG y con la gente que trabaja en problemas sociales porque a estos sistemas no les gusta que se visualicen los problemas que hay en la sociedad”, explicó.
Catalina ha vivido momentos de gran riesgo. En Irán, tras las protestas de 2009, fue detenida. “Terminamos en una comisaría durante casi 9, 10 horas, nos hicieron desnudar, nos hicieron acurrucar, nos revisaron por todas partes, nos hicieron firmar papeles, nos trajeron cámara de televisión, nos filmaron, todo intrusivo de una manera súper violenta”, relató.
En Siria, cruzó la frontera desde Turquía ilegalmente. “Los contrabandistas que no tienen ningún problema en meterlo a uno a que se mueran con tal de que ellos lleven la plata nos tiraron en un campo abierto donde llegó el Ejército, nos escondimos en unos pastizales, luego terminó con un soldado turco aquí con una bota (señala su cabeza) y una pistola en la sien”.
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Su trabajo ha sido reconocido en múltiples ocasiones. En 2016, recibió el Premio Simón Bolívar por su cobertura de la batalla de Mosul en Irak. El Círculo de Periodistas de Bogotá la ha premiado dos veces como mejor corresponsal internacional. También fue reconocida como productora del documental La verdad desnuda: los combatientes de ISIS.
Ahora, el I Premio Internacional de Periodismo David Beriain se suma a sus galardones. Este premio, que lleva el nombre del periodista español asesinado en Burkina Faso, reconoce el trabajo de quienes narran desde el terreno, con valentía y compromiso.
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Catalina trabaja para varios medios internacionales. “Realmente yo escribo, edito, mando crónicas de radio, entonces realmente tampoco me alcanza mucho el tiempo y siempre estoy angustiada de que me vaya a alcanzar, que me vaya a quedar bien, entonces duermo muy poco”, confesó.
“Le provoca a uno sentarse a llorar con cada historia que uno cuenta”, dijo. Pero sigue adelante, porque sabe que su trabajo ayuda a entender lo que ocurre en zonas que parecen lejanas, pero que son clave para la paz mundial.
Su esposo es el fotógrafo iraní Kaveh Kazemi, reconocido por documentar la revolución iraní de 1979 y luego la guerra. No tienen hijos y se conocieron en una fiesta gracias a amigos en común. Juntos comparten una vida marcada por el compromiso con la verdad.
El trabajo de Catalina Gómez Ángel permite que el mundo hispanohablante entienda lo que ocurre en el Medio Oriente, en Ucrania, en Siria, en Gaza. Es testigo directa de conflictos que parecen lejanos, pero que afectan la estabilidad del mundo.
El más reciente premio que recibió no solo reconoce su trayectoria, sino que visibiliza el valor de contar historias desde donde nadie quiere estar.