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Michelle Willard, residente de Peninsula, Ohio, comenzó a notar molestias en su rostro en septiembre del año pasado. Según recuerda, todo inició con un dolor en la mandíbula, malestar en el oído derecho y la aparición de un pequeño bulto del tamaño de una canica detrás de la oreja. En ese momento, jamás pensó que podía tratarse de algo más grave que una infección.
"Lo asocié con un problema del oído interno, incluso con una inflamación dental", contó a The Sun. Su médico general también pensó que podía ser una infección y le recetó antibióticos. Durante unos días los síntomas cedieron, lo que pareció confirmar aquella hipótesis. Sin embargo, meses después, en abril de este año, las molestias reaparecieron.
El dolor de oído volvió, la masticación se hacía incómoda y la hinchazón persistía. Willard pidió nuevamente tratamiento con antibióticos, pero esta vez su médico prefirió ordenar una tomografía para descartar complicaciones. El examen reveló la existencia de una masa en la glándula parótida, ubicada delante de la oreja y considerada la mayor de las glándulas salivales. La biopsia posterior confirmó que se trataba de un tumor maligno.
El diagnóstico fue carcinoma secretor, un cáncer poco común del que se reportan entre 50 y 100 casos anuales en Estados Unidos. Tras conocer el resultado, Willard fue remitida de inmediato a un equipo especializado. Los médicos advirtieron que, aunque el tumor estaba en etapa temprana, era agresivo y requería intervención rápida. La cirugía se programó para el 31 de julio.
La operación, inicialmente estimada en cinco horas, se extendió a diez y los cirujanos tuvieron que extirpar entre el 60 y el 70 % de la glándula parótida, 23 ganglios linfáticos del cuello y la glándula submandibular, situada debajo de la mandíbula. El tumor estaba muy próximo al nervio facial, lo que representaba un riesgo alto de parálisis permanente en el rostro.
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El procedimiento incluyó, además, la reconstrucción de parte de la cara mediante un injerto de piel y tejido tomado del muslo de la paciente. La incisión en la pierna, de aproximadamente 25 centímetros de longitud y más de 10 centímetros de profundidad, resultó ser una de las zonas más dolorosas durante la recuperación. Pese a la complejidad, los médicos lograron preservar el nervio facial y con ello la capacidad de sonreír. Aun así, Willard reconoce que su expresión cambió y que la recuperación será un proceso largo.
Willard permaneció cinco días hospitalizada tras la cirugía y luego regresó a casa, donde ha continuado su recuperación con la ayuda de su esposo Jim. El proceso no ha sido fácil: la pérdida de sensibilidad en la oreja, las cicatrices en el cuello y la pierna, además de las limitaciones temporales para hablar o masticar, son parte de los cambios a los que ha debido adaptarse.
En el hospital, conoció a otro paciente sometido a una cirugía similar, que no tuvo la misma fortuna: debió perder la laringe y no podía hablar. Esa experiencia, asegura, le permitió dimensionar lo afortunada que fue al poder conservar funciones básicas. Su caso también llamó la atención en redes sociales. Willard, que dirige una empresa llamada Heart Mind Soul Strength LLC, comparte sus avances en plataformas digitales, donde cuenta con más de 100.000 seguidores.
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Entre los mensajes que recibe a diario, recuerda especialmente el de una persona que perdió a su madre por un cáncer de glándulas salivales detectado demasiado tarde: "Ese testimonio me hizo comprender lo importante que fue actuar a tiempo", reflexionó. Aunque los estudios posteriores a la operación mostraron que el cáncer no se había extendido a los ganglios linfáticos, los médicos recomendaron un tratamiento complementario de radioterapia para reducir el riesgo de recurrencia. Está previsto que reciba alrededor de 30 sesiones una vez termine la fase inicial de recuperación.
El carcinoma secretor es un cáncer raro, de difícil diagnóstico por la similitud de sus síntomas con infecciones comunes de oído, mandíbula o glándulas salivales. La mayoría de los pacientes consulta inicialmente por una hinchazón en el costado de la cara, cerca de la oreja o debajo de la mandíbula. Otros signos pueden ser dolor en esa zona, entumecimiento, parálisis facial parcial, dolor de oído o dificultad para abrir la boca.
De acuerdo con organizaciones como Macmillan Cancer Support, estos síntomas suelen confundirse con problemas odontológicos o infecciones, lo que retrasa la detección. Por esa razón, se recomienda acudir a un especialista si las molestias persisten más de dos semanas. Mientras se prepara para iniciar las sesiones de radioterapia, Willard asegura que seguirá compartiendo su proceso, con la intención de generar conciencia sobre la importancia de acudir al médico frente a síntomas persistentes: "Si con mi historia alguien más decide no ignorar un dolor de oído o un bulto en el rostro, entonces habrá valido la pena contarlo", concluyó.
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co