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Si llevabas un buen tiempo sin jugar un título de la saga NHL, EA SPORTS NHL 26 puede ser una grata sorpresa. La entrega llega cargada de modos, opciones y un nivel de detalle que logra capturar la esencia del hockey sobre hielo en la consola y el PC. Desde partidas rápidas hasta experiencias profundas en gestión y carrera, la propuesta es variada y amplia, con un claro esfuerzo de EA por mantener vivo un deporte que, aunque no tenga la popularidad de FIFA o Madden, tiene una comunidad fiel y apasionada.
El corazón de esta entrega está en dos grandes pilares: la implementación del motor ICE-Q 2.0, que se apoya en datos reales de la NHL para hacer que cada jugador se sienta más auténtico que nunca, y la renovación del modo Be A Pro, que apuesta por una narrativa más cinematográfica.
Uno de los grandes cambios de NHL 26 es ICE-Q 2.0, un motor que utiliza estadísticas y datos reales de la NHL para recrear con mayor fidelidad los movimientos, reacciones y estilo de juego de cada atleta. Esta tecnología, alimentada por NHL EDGE positional data, consigue que figuras como Connor McDavid transmitan en pantalla la misma velocidad y habilidad que muestran en la vida real.
Las estrellas se diferencian entre sí: Leon Draisaitl, por ejemplo, conserva su tendencia a posicionarse en el costado derecho para rematar desde ángulos cerrados, lo que se traduce en un estilo de juego más táctico y variado. Esta personalización aporta un valor extra, porque no solo se trata de un equipo con nombres conocidos, sino de jugadores que actúan como en la liga profesional.
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En la práctica, esto se traduce en partidos más estratégicos. Cada pase, cada tiro y cada movimiento ofensivo u ofensivo defensivo tienen un peso mayor, obligando al jugador a adaptarse según las fortalezas y debilidades de cada integrante del plantel.
La curva de aprendizaje de NHL 26 está bien diseñada. Los controles básicos permiten que cualquier jugador pueda empezar a divertirse en menos de media hora, pero quienes decidan invertir más tiempo descubrirán una capa más compleja, con mecánicas avanzadas que abren espacio para la estrategia y la personalización.
La IA rival y de tus compañeros ha mejorado. Los atacantes ocupan mejores posiciones para recibir pases y aprovechar huecos defensivos, mientras que los defensas reaccionan con mayor velocidad para cortar jugadas. Los porteros también destacan: este año son más reactivos y adaptativos, lo que eleva tanto la tensión ofensiva como la satisfacción de anotar un gol.
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No todo es perfecto. Todavía se presentan momentos donde la CPU tiene reacciones extrañas o errores poco naturales, rompiendo la inmersión. Sin embargo, la sensación general es de un título más dinámico y exigente que en ediciones anteriores.
El modo Be A Pro ha recibido un rediseño ambicioso. Ahora cuenta con un sistema de progresión basado en capítulos, nuevas cinemáticas y actuaciones de voz que buscan darle más vida a la experiencia de convertirte en una estrella del hockey. Las decisiones tienen consecuencias inmediatas, lo que en teoría debería aumentar la tensión narrativa.
El problema es que el resultado se siente limitado. Las elecciones carecen de profundidad y muchas veces las opciones disponibles son demasiado evidentes. Incluso el doblaje de algunos jugadores reales, como Macklin Celebrini, deja bastante que desear, aportando poca emoción al conjunto.
Aun así, es un paso importante: se siente como un modo que tiene mucho potencial a futuro y que probablemente será más sólido en entregas posteriores.
El modo Franchise sigue siendo uno de los puntos más fuertes de la saga. La posibilidad de controlar cada aspecto de la gestión de un equipo —desde el presupuesto de marketing hasta los traspasos y el manejo del tope salarial— ofrece una experiencia profunda y adictiva. Aunque las mejoras frente a NHL 25 son menores, el nivel de detalle lo mantiene como una de las mejores experiencias de gestión en juegos deportivos de EA.
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Por otro lado, Hockey Ultimate Team (HUT) incluye el nuevo modo Cup Chase, una especie de mini-temporada offline contra la CPU que amplía las opciones para quienes no quieren enfocarse únicamente en el multijugador. Aunque no reinventa nada, es un añadido bien recibido que reconoce a la parte de la comunidad que prefiere jugar sin depender de la conexión online.
A nivel audiovisual, NHL 26 también da un salto con ICE-Q 2.0. Los detalles en el hielo, las animaciones más fluidas y las repeticiones extendidas con estadísticas en tiempo real refuerzan la sensación de estar viendo un partido televisado.
El audio también juega un papel clave: la mezcla entre comentarios, ambiente de estadio y efectos del puck genera una atmósfera más inmersiva que en entregas anteriores. Eso sí, la sensación de “juego de segunda línea” respecto a EA FC o Madden sigue presente; se nota que no recibe la misma inversión en producción.
La gran pregunta es si NHL 26 justifica la compra frente a NHL 25 o incluso NHL 24. La respuesta depende del perfil del jugador.
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EA SPORTS NHL 26 no revoluciona la saga, pero sí la refina. Con ICE-Q 2.0 como base, se siente más cercano al hockey real, destacando las diferencias entre jugadores y elevando la exigencia de cada partido. Sus modos, aunque variados, muestran un desarrollo desigual: Franchise sigue sólido, Be A Pro progresa a medias y HUT aporta una novedad útil, aunque no determinante.
En últimas, NHL 26 es una experiencia recomendable tanto para fanáticos acérrimos como para curiosos que quieran probar algo distinto en el mundo de los videojuegos deportivos. Puede que aún conserve cierto aire de “última generación” y que no tenga la inversión de otras franquicias de EA, pero logra lo más importante: capturar la emoción, la tensión y la pasión del hockey sobre hielo en cada jugada.
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