En ciudades como Bogotá, con pocas vías y dificultades en el sistema de transporte público, no son muchas las opciones que tienen los ciudadanos para salvarse del caos de la movilidad.
Mientras unos pasan horas en sus vehículos, metidos en el trancón, otros hacen filas eternas para ingresar a un bus
La infraestructura vial de Bogotá se quedó pequeña ante el número de personas que lo usan. Casi 2 millones y medio de capitalinos cogen bus diariamente y tienen que enfrentarse al desafío de acceder a un cupo en sistemas como Transmilenio.
Los trancones no solo son de articulados, sino también de usuarios que viven el tormento de las filas y los tumultos. Según la Secretaría de Movilidad, en muchos lugares del mundo el transporte público es subsidiado, pero aquí en Transmilenio la operación del sistema está en manos de operadores privados que buscan un lucro.
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La realidad es preocupante: ni vías, ni transporte público. ¿Pero por qué la capital se quedó rezagada en materia vial?, ¿por qué llevamos más de 50 años soñando con el metro sin que se concrete el proyecto? hasta ahora, solo hay pañitos de agua tibia en materia de movilidad y para muchos, el transporte informal se convierte en la tabla de salvación.