En Caucasia, Tarazá y Cáceres la única forma de ser elegido es con la bendición de los criminales. Julián Bedoya es el barón electoral de la región.
En una construcción hecha de hierro y hormigón, en el corazón de Cáceres -en el Bajo Cauca antioqueño-, el periodista Leiderman Ortiz continúa escribiendo sus denuncias en el diario local que dirige, La voz del pueblo.
Dice que los cinco atentados que ha recibido, dos granadas y tres intentos de asesinato, ya le amansaron el miedo.
El fuerte de sus denuncias es la forma como las bandas criminales dominantes permean a los políticos corruptos para dar origen al fenómeno de la bacrimpolítica.
Es un sabueso de la investigación empírica y va armando organigramas de corrupción con rostros y nombres, sus fuentes y pruebas lo llevan a lanzar dardos certeros.
“Las bandas criminales son las que ponen y quitan candidatos, ellas son los que dicen a las personas por quién tiene que votar, porque las bandas criminales hacen pactos con los candidatos de una u otra forma”, señala Ortiz.
Las últimas noticias le dan la razón:
Capturan al alcalde de Cáceres, José Mercedes Berrío, por presuntos...
La ruta para destapar los pecados electorales en estos seis municipios que conforman el Bajo Cauca antioqueño puso a Noticias Caracol en una zona roja donde el aire que se respira se puede cortar con cuchillo.
Cada palmo de esta región está siendo controlado por las bandas que heredaron a los paramilitares y se disputan a sangre y fuego su dominio, pero también se está fortaleciendo la presencia del Ejército de Liberación Nacional.
Y en medio de toda esta tensión y temores, se están develando algunas prácticas políticas para ganar las elecciones.
Caucasia, Tarazá y Cáceres figuran con una fuerte alerta dentro del Observatorio Electoral de la Fundación Paz y Reconciliación.
“En general, el Bajo Cauca antioqueño tiene dos grandes fenómenos, es lo que se pude considerar como un estado mafioso. Allá la única forma de hacer política es con la bendición de los bandidos”, explica el politólogo Ariel Ávila.
Es un largo historial de impunidad que viene desde la parapolítica en el año 2001 cuando los alcaldes recibían la bendición del exjefe paramilitar Cuco Vanoy, del bloque Mineros.
El alcalde de Cáceres y el presidente del Concejo municipal fueron capturados por nexos con el Clan del Golfo, un capítulo nuevo de la bacrimpolitica.
El ambiente está caldeado en las calles de Tarazá. Puentes y calles a la entrada de Cáceres están engalanadas con las vallas políticas, pero al que se le estaría aguando la fiesta es al que señalan como el nuevo barón electoral de la región, Julián Bedoya, representante a la Cámara y hoy candidato al Senado con el aval del Partido Liberal.
“Lo más dramático del asunto se presentó cuando fue capturado el alcalde de Cáceres; Julián Bedoya llegó a la diligencia judicial para intentar salvarlo o preguntar qué estaba pasando con él. Aquí no hay ningún respeto por la autoridad”, explica el subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación.
Las evidencias fotográficas y de video de lo anterior llegaron a manos del acucioso Leiderman.
Es un compadrazgo político que en Cáceres muchos honestos quieren denunciar, pero temen perder la vida si lo hacen frente a la cámara de Noticias Caracol.
Afirman que los cabecillas de las bandas criminales dominantes están citando a los candidatos para pactar con ellos el poder y asegurar de antemano la renta de jugosos contratos.
Le puede interesar:
Compra de votos, clientelismo y corrupción: ¿qué clanes están detrás...
Updated: febrero 26, 2018 12:28 p. m.