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Colombiana que viajó a Bolivia en moto se cayó y no la ayudaron porque "es mala suerte"

Natalia Varela, en su moto y sin compañía alguna, pasó por 6 países de Suramérica en 37 días. En su recorrido por Bolivia sufrió una caída y, por creer que tenía “mala suerte”, ningún lugareño la ayudó.

Colombiana que viajó a Bolivia en moto no recibió ayuda de los lugareños por una creencia cultural
"Se me cayó la moto y pues por el peso no podía levantarla... ningún boliviano me ayudó", contó Natalia Varela -
Cortesía Natalia Varela

Natalia Varela, una valiente colombiana de 31 años, viajó a 6 países de Suramérica en su motocicleta, sola, durante 37 días y con tan solo $5.500.000. En su recorrido pasó por Bolivia, allí tuvo una caída en su vehículo y ningún poblador de esa nación la ayudó por una particular creencia cultural.

A diferencia de los colombianos que se caracterizan por ser personas alegres, espontáneas y por lo general con un sentido de solidaridad aún latente, según Varela, en otros países no se vive lo mismo.

¿Qué le pasó a Natalia Varela en Bolivia?


Dentro de las muchas experiencias que vivió esta joven en su viaje, no olvida una que la marcó mucho en su paso por Bolivia.

“Cuando yo fui al Salar de Uyuni, mientras estuve en la parte de adentro, tomándome fotos, en la parte de la entrada llovió y el terreno en la entrada es en arcilla. Se mojó tanto que cuando salí era greda. No podía andar casi en la moto y el guardabarros delantero se llenó de greda, a tal punto que la llanta ya no giraba. Así yo revolucionara mucho la moto, ya la llanta no me giraba. Se me cayó la moto y pues por el peso no podía levantarla y como estaba tan resbaloso yo intentaba poner los pies firmes para alzar la moto, pero terminaba siempre resbalándome y cayendo”, contó la mujer en diálogo con Noticias Caracol.

En este punto resultó bastante extraño para ella que pasara más de media hora pidiendo ayuda a los bolivianos que transitaban por el sector en carros, camionetas o motos, pero nadie paraba a auxiliarla.

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La joven, nacida en Villapinzón (Cundinamarca), narró que “finalmente pasó un señor en un carro y paró a ayudarme, pero no era boliviano, era brasileño. Cuando yo llegué al hotel donde me estaba quedando esa noche le conté a la dueña del hotel y ella me dijo: 'lo que pasa es que nosotros creemos que si a ti te pasa algo malo es porque te lo mereces, porque algo malo hiciste, y es la forma como la naturaleza te lo está cobrando. Si nosotros te ayudamos nos va a pasar lo mismo, entonces si yo veo que tú te caíste y te ayudo, más adelante yo también me voy a caer'”.

En ese momento, Natalia entendió algunas otras cosas que le habían pasado en este país, como cuando se quedó sin gasolina y en ninguna estación le quisieron vender por ser extranjera o cuando buscó un baño en restaurantes y cafeterías durante unos 500 kilómetros y nadie le permitió el ingreso a uno.

“Incluso en el restaurante donde yo almorzaba pedía servicio del baño y no me lo prestaban. Me di cuenta que en Bolivia la gente es muy prevenida con los turistas y con las personas que piden ayuda… porque ellos todavía están muy arraigados a sus costumbres indígenas y creen mucho en la naturaleza”, concluyó Varela.

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A pesar de estas experiencias a las que tuvo que sobreponerse para continuar con su viaje, la arriesgada colombiana regresó sana y salva a casa, con muchos aprendizajes y con ganas de volver para terminar su recorrido por Suramérica. Ahora sueña con viajar al lado de su hija durante un año por Venezuela, Brasil, Uruguay y Paraguay. No obstante, Varela no descarta ir también a México, Alaska y otros países.

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