Ante la falta de recursos tecnológicos como computadores e internet, los docentes de la comunidad arhuaca, en la parte alta de la Sierra Nevada de Santa Marta, cruzan caudales, caños y una espesa vegetación desde Aracataca hasta Gunmaku.
El objetivo: llevar las guías educativas a los niños de la comunidad.
Onasis Izquierdo, rector del centro educativo Gunmaku, afirma que "no existen barreras para el aprendizaje y usamos distintos escenarios como los ríos, bosques, los manantiales, los espacios sagrados y así el conocimiento es mucho más natural para nosotros”.
En sus resguardos sagrados reciben a niños campesinos, muchos de ellos víctimas del conflicto armado.
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Su labor es heroica, en un país donde la educación en tiempos de coronavirus se ha visto rezagada por la falta de las nuevas tecnologías en las zonas apartadas.