
Y es que la riqueza natural de la Ciénaga Grande de Santa Marta atrajo en los años 60 a miles de pescadores que convirtieron a Tasajera y otras poblaciones de la zona en pujantes centros de explotación pesquera
“Esta producción les daba a los habitantes de Tasajera para poder comercializar la pesca en el interior del país e incluso poder hacer exportaciones de ostras -en la época de los sesenta- a los Estados Unidos”, cuenta Sandra Vilardy, investigadora de la Universidad de los Andes.
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Sin embargo, el paraíso y la bonanza empezaron a morir cuando se trazó la troncal del norte que une a Barranquilla con Santa Marta.
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Luis Trejos, docente e investigador de la Universidad del Norte, explica que se le hizo dañó a Tasajera con la “construcción de la troncal del Caribe, que separó en la práctica el agua dulce del agua salada. Posteriormente vienen unos procesos de desvió del agua dulce que hacen algunos agroindustriales hacia sus fincas y que también han empezado a rellenar la ciénaga”.
Se refiere a terratenientes que han desviado los ríos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta. También a rellenos que se roban el espejo de agua para convertirlos en campos de siembra, una tragedia ambiental que acabó la pesca y trajo el deterioro social.
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Vilardy sostiene que a los pobladores los dejaron solos.
“imagínate si el Eje Cafetero hubiera colapsado en un 90% de producción en dos décadas; todo el país hubiera estado volcado para acompañarlos”, señala.
A Tasajera también fueron a parar las víctimas de los paramilitares que en los años 90 azotaron a la región.
“Ese sector fue golpeado por la violencia paramilitar, la Masacre de Trojas de Cataca y en Nueva Venecia”, recuerda Trejos.
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Ahora la pandemia es su nuevo verdugo: Puebloviejo es el tercer municipio con mayor índice de mortalidad por COVID-19 del país.
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