Un adiós aplazado por 17 años: Bojayá despidió a las víctimas de la masacre

Los 74 cuerpos plenamente identificados y los demás cofres retornaron en bote, allí fueron recibidos con flores, oraciones y alabaos.

El hijo de Pedro Mosquera falleció dentro de la parroquia San Pablo aAóstol el 2 de mayo de 2002, después de que, en medio de combates con paramilitares que se habían refugiado en el pueblo, las FARC lanzaran una pipeta que explotó donde se refugiaban cientos de personas.

“Después de tanta angustia, de tanta espera, de tanta desilusión, tantas cosas, por fin se hizo realidad el recibirlo y tomarlo en mis manos el día de hoy”, dice Pedro.

El primer homenaje a las víctimas inició en el rio Atrato que desde Vigía del Fuerte llevó al viejo Bellavista los cofres de madera en un bote adornado con flores blancas, acompañado por el Cristo Mutilado y las cantaoras de Pogue que expresaron el dolor del pueblo bojayaseño.

Al caer la tarde, en una oración colectiva, pidieron por el eterno descanso de las víctimas y suplicaron por el cese de la violencia que sigue golpeando a Bojayá.

“Rechazando a los violentos, diciéndoles que no los necesitamos y no los queremos en nuestro territorio, exigimos que nos dejen vivir tranquilos y en paz”, indicó el padre Rogelio Salazar Gómez, párroco de la parroquia San Pablo Apóstol.

Entre el 12 y el 17 de noviembre, un equipo interinstitucional explicará a los familiares cómo se realizó el proceso de identificación.

“Son 74 cuerpos plenamente identificados, hay otros cuerpos que no fue posible su identificación por el deterioro avanzado de los mismos”, dice Yuber Palacios, del Comité por el Derecho de las Víctimas de Bojayá.

La Unidad para las Víctimas dispuso más de 2.500 millones de pesos para garantizar la participación de los familiares de las víctimas de la masacre, bajo sus usos y costumbres.