Dejaron sus carreras atrás y ahora le apuestan al comercio informal. Su llegada ha provocado graves consecuencias en la economía de la ciudad.
“Es bastante fuerte porque uno estudia, uno se sacrifica estudiando para poder ejercer y darle un buen futuro a los hijos, pero es bastante fuerte; otro sistema de trabajo al que uno no está acostumbrado, pero le toca”, lo dice Milagros Maldonado, una venezolana que ahora se dedica al rebusque en la capital de Norte de Santander.
Y es que el panorama es Cúcuta es bastante claro: calles atiborradas de vendedores informales y filas interminables por comida.
Ante esta situación, autoridades locales sostienen que no son suficientes las ayudas humanitarias del Gobierno para atender a tantos venezolanos.
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El rebusque se toma a Cúcuta y la tasa de desempleo llega a 16,1%, la más alta del país, según el DANE.