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Los condones son preservativos diseñados para reducir el riesgo de embarazo, y su función más importante es proteger a ambas personas frente a la posibilidad de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS). Según la Clínica Cleveland, el uso correcto del condón puede disminuir la probabilidad de contagiarse y la posibilidad de embarazo entre un 80% y un 98%. Esto significa que, de cada 100 personas que utilizan únicamente condones como método anticonceptivo, alrededor de 13 podrían quedar embarazadas.
A pesar de que muchas personas emplean este método, existen errores frecuentes en su uso que afectan su eficacia. No revisar la fecha de caducidad, almacenarlos incorrectamente o colocarlos de manera inadecuada son pequeños descuidos que pueden generar consecuencias como embarazos no deseados o la transmisión de infecciones de transmisión sexual.
Para comprender este tema es fundamental reconocer que existen distintos tipos de condones, cada uno diseñado para necesidades específicas. Según la Asociación Internacional de Proveedores de Atención del SIDA, los principales se dividen en condones externos e internos.
Los externos, comúnmente conocidos como condones masculinos, se colocan sobre el pene y pueden estar hechos de látex, plástico, caucho sintético o membrana natural; entre ellos, el látex ofrece la mayor protección contra el VIH, mientras que los de poliuretano son una alternativa para personas alérgicas.
Por otro lado, los condones de membrana natural, como los de piel de cordero, no bloquean el VIH ni otras infecciones de transmisión sexual, por lo que los expertos no lo recomiendan para prevenir contagios. En cuanto a los condones internos, utilizados en la vagina o el ano, están fabricados en nitrilo, un material que actúa como barrera segura e impenetrable para el VIH.
El problema principal de los condones vencidos es que los materiales pierden eficacia con el tiempo. Tanto el látex como el poliisopreno pueden deteriorarse, generando microdesgarros que no se perciben fácilmente, aumentando el riesgo de embarazo no deseado y transmisión de ITS, incluyendo VIH y otras infecciones comunes como sífilis, gonorrea y clamidiosis.
La organización de salud estadounidense Planned Parenthood advierte que “no es seguro usar un condón vencido, ya que tiene más probabilidades de romperse y, en consecuencia, aumentar el riesgo de embarazo o contagio de infecciones”.
Antes de usarlo, revise lo siguiente:
Nota: si no observa la fecha de caducidad en el empaque, la recomendación de los expertos es que lo deseche por seguridad, en caso de no hacerlo ambas personas deben ser consientes de asumir las posibles consecuencias.
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Si el condón presenta cualquiera de estas fallas, no debe usarse. La ISO 4074:2002 establece normas internacionales que garantizan que los preservativos cumplen con criterios de longitud, resistencia, estabilidad y etiquetado, asegurando su seguridad y eficacia.
Además de respetar la fecha de caducidad, es importante cuidar cómo se almacenan y utilizan los condones, para esto los expertos recomiendan:
Profamilia señala que “antes de abrir el condón, verifique la fecha de vencimiento, abra el paquete con cuidado, coloque el preservativo correctamente y retírelo de manera segura después del uso”. Es importante resaltar que nunca se debe tirar al inodoro, lo correcto es desecharlo en la basura, protegiendo también el medio ambiente.
El condón es un método seguro, accesible y eficaz para proteger contra las ITS y, acompañado de otros métodos anticonceptivos, puede fortalecer la prevención de embarazos no deseados, siempre que se utilice correctamente y dentro de su fecha de caducidad. No obstante, es fundamental consultar a un médico para recibir orientación sobre las opciones más adecuadas y conocer cómo vivir una sexualidad plena, responsable y saludable.
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HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRAN
NOTICIAS CARACOL