Este suizo llegó de paseo a Medellín y terminó enamorado: de la ciudad, de la gente y de una mujer. En su negocio, busca mostrar los sabores de su tierra.
Y es que a Battaglia, quien era un niño cuando decidió ser panadero, se le convirtió en una obsesión dar a conocer las masas saludables y de corteza en la tierra de la arepa. Y en un emprendimiento en el que ha contado con un ángel guardián. Conozca su historia en #LosImportados
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