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  • Gol Caracol

    Lejos está uno de sentir la mediocridad con que juega el jugador criollo, son como las novias; un fin de semana es la más querida, la mujer con que uno quisiera casarse y echar raíces adelante, pero al otro fin de semana no solo basta con verle la cara de "sus días" sino también le toca a uno aguantársele que se vaya de "café" con las amigas, o esa bendita mañana de querer pelear por todo y lo peor es que lo logran. En fin, comparándolas con los jugadores que visten nuestras camisetas ¿quién no ha visto a un jugador colombino en líos?, ¿quién no ha escuchado o ha visto la foto de un tal Tressor Moreno o de un Toloza bajando amarillito?, destilándolo, sudándolo en la camiseta que uno profesa.

  • Gol Caracol

    En medio de la tristeza que produjo el fracaso de Santiago Escobar en la Copa Libertadores 2012 llegó este pereirano, que en solo dos meses ya levantaba su primer título; para despedirlo le ponemos el toque brasileño que lo convenció de ponerle fin a su exitoso ciclo en Atlético Nacional. ** Rafael Toloi mira cabizbajo el césped húmedo del Estadio Morumbi, con más de cuarenta mil personas en vilo, cerca un gigantesco Franco Armani alza los brazos, como un boxeador celebra un nocaut, acaba de atajar un penalti decisivo. Un minuto después Luis Carlos Ruiz toma carrera, dispara de pierna derecha y engaña a Rogério Ceni ¡Goool! Me levanto como poseído por una fuerza sobrenatural y, sin importarme que esté en medio del trabajo, comienzo a correr mientras musicalizo ese instante con un grito de felicidad. Atlético Nacional vuelve a jugar una final de Copa Suramericana doce años después. Se me pone la piel de gallina cada vez que recuerdo ese y todos los momentos de felicidad que nos dio Juan Carlos Osorio. ¡Cómo olvidar! Su corrida por la lateral, al mejor estilo de Mourinho, para celebrar con Stefan Medina un golazo frente al Medellín, los papelitos secretos que muchas veces le dieron la vuelta a un partido complicado, el abrazo con Juan Pablo Ángel, que bajo su mando se despidió con éxito del equipo de sus amores o ese conmovedor momento en que sus jugadores lo cargaron en hombros, mientras la tribuna cantaba: “De la mano del profe Osorio la vuelta vamos a dar”. Tantas alegrías que da hasta rabia despedirlo entre derrotas. Porque nadie, ni el más optimista, imaginó que con él Nacional disputaría nueve finales, ganando seis títulos y jugando copas internacionales durante sus tres años frente al equipo. Gracias a su trabajo recuperamos la versión de Edwin Cardona que todos extrañábamos, cuando siendo juvenil ilusionó a Colombia con toques de crack; Stefan Medina nos recordó la valentía de un guerrero que deja todo en la cancha; Sherman Cárdenas le demostró al país que no le quedó grande la camiseta de un equipo histórico y que aquella promesa del Bucaramanga, creció para convertirse en un genio del balón; Macnelly Torres se convirtió en ídolo y enamoró a los hinchas verdolagas; descubrimos lo mejor de Daniel Bocanegra, y nos sorprendimos con el rendimiento que logró de jugadores como Farid Díaz, Wilder Guisao y Orlando Berrio. También estoy seguro de que el ‘profe’ Osorio se va con el desconsuelo de haber perdido la final con River Plate, a pesar del partidazo en Medellín; con la frustrante eliminación frente a San Pablo en la Copa Suramericana 2013, y el decepcionante partido versus Defensor Sporting, después de la épica victoria sobre el Atlético Mineiro de Ronaldinho. Y créanme, ese dolor solo lo puede sentir un verdadero hincha de Atlético Nacional. Por ahora se le acabaron las hojas a esa libreta llena de rayones donde se gestaron tantas alegrías, se muda para el estadio donde fuimos gloriosos otra vez y Nacional le recordó al mundo por qué es uno de los grandes de América. No puedo ocultar que la garganta se me seca y solo pienso en darle las gracias a Osorio por su trabajo, por las postales inolvidables de un equipo que tuvo partidos de colección. Buena suerte en Brasil y no dude que lo esperamos para que cumpla su promesa: gane un titulo internacional y se tatúe en el brazo el escudo de Atlético Nacional. Por: Carlos Londoño López / Twitter: @SARGAN18

  • Gol Caracol

    “Lo hice sin darme cuenta. Jamás quise hacer eso. No pensé que iba a llegar a esto”. Esas son las declaraciones de Adrián ‘Panadero’ Napolitano, el ‘hincha’ de Boca que roció el líquido sobre los jugadores de River que llevó a la suspensión del partido y a la eliminación del equipo xeneize de la actual Copa Libertadores.

  • Gol Caracol

    Recuerdo que el periodista Nicolás Samper me hablaba del nuevo técnico que tenía Millonarios. Me decía que el señor era muy metódico y que le preguntaba en exceso por detalles del fútbol profesional colombiano. Pero ante todo, Nicolás me describía a Juan Carlos Osorio como un tipo decente y muy trabajador. Recuerdo que llegó al Atlético Nacional un 3 de mayo de 2012. Todo era turbio. Los dueños del equipo acaban de sacar por la puerta de atrás a Santiago Escobar. Nacional había quedado eliminado de la Libertadores tras una inversión millonaria en refuerzos, y el ambiente futbolero de los verdolagas estaba lleno de chismes que hablaban de indisciplina de jugadores, y desunión. Era una “cocina”. Recuerdo que mi padre me dijo: “El nuevo entrenador de Nacional es un tipo serio. Es honrado y trabajador, hay que creerle”. Recuerdo que por esos días me invitaron al programa del “Fenómeno Verdolaga”, que dirigía Carlos de la Ossa. Entrevistamos a Juan Carlos Osorio. Fue la primera vez que hablé con él. Fue una charla de una hora. Recuerdo que a todos los presentes nos sorprendió su conocimiento frente a la historia del club, su perfil y su hinchada. No se le quedaba un detalle. Recuerdo que empezó barriendo al Junior en la Superliga, luego ganó la Copa Postobón del mismo año, 2012. A pesar de ello, nada qué hacer, Osorio no convencía al 90 por ciento de la hinchada, incluyéndome. Recordar los primero meses del 2013 me da vergüenza por mi comportamiento. Nacional no funcionaba y yo, a través de mis redes sociales y en la tribuna, fui implacable con Osorio. Pedí su salida, lo insulté, caí en lo bajo de lo bajo del hincha. Así estábamos muchos, iracundos, presos del miedo por lo que mostraba el equipo, por la rotación, por el nivel, por el profe… Y el equipo llegó a la final. Y el equipo jugó un partido memorable en Bogotá y el equipo fue campeón en El Campín. Y recuerdo que en el televisor vi a Osorio y allí recibí sus primeras lecciones a punta de: paciencia, tolerancia, ver el fútbol de otra forma, aguantar el chaparrón en silencio, trabajar con humildad, celebrar con cautela, otorgar el crédito al equipo de trabajo…Todo ese paquete de enseñanzas llegó con ese título. Osorio aguantó, trabajó y ganó, y al ganar fue humilde. Es el reflejo de la vida: capotear la adversidad, trabajar con ahínco y ganar con humildad. Me dio pena de mí. Yo, que vociferaba a los cuatro vientos saber de este deporte, no sabía y aún no sé nada. El fútbol no es una constante en el sentimiento. No siempre se quiere, no siempre se odia. Si fuera constante sería el deporte más aburrido del mundo. El fútbol es sentimiento, y eso sí que fluctúa de acuerdo a lo que dicta el balón. Empecé a ver a Juan Carlos Osorio como una fuente de enseñanzas a través del deporte que amo. En la victoria, no en la derrota como hacen muchos para tratar de “salvar los muebles”, Osorio habló de su estilo: de promover la fortaleza del núcleo familiar en sus jugadores, de hablar de una profesionalización al 1000% para el deportista, de ubicar a la institución en los máximos estándares a nivel de logística y de la parte administrativa y, en mi opinión, también darle más nivel al periodismo a través de su relación con los medios. En Nacional, en la era Osorio, el equipo estuvo limpio de chismes sobre indisciplina, sindicatos o líos internos. Y si los hubo, tuvieron un manejo de caballeros, de profesionales. Nada transcendió. Todo lo anterior, hace parte del trabajo que vi en él, y que está por fuera del rectángulo de entrenamiento. Pero más allá de eso. Jamás olvidaré el título de liga contra el Cali. Lo viví con mi hija, nunca habíamos visto juntos a Nacional coronarse campeón en el estadio. Lágrimas de felicidad que serán inolvidables para ambos. Cada título para cada hincha tiene recuerdos que son imborrables y se llevan a la tumba. Los invito a eso, a recordar cada felicidad que nos dio este equipo bajo el liderazgo de Juan Carlos Osorio. Cada abrazo con el amigo, el familiar, la esposa. Cada trago que se tomó bañado de felicidad. Cada sonrisa que le vio a su padre, abuelo o tío por culpa de una estrella más. De igual forma hace parte del recuerdo la derrota, la frustración de la eliminación en torneos internacionales, la final contra River que nos puso a vivir otra ilusión continental al máximo nivel de palpitación. No son sentimientos que se viven a diario. Con Osorio vivimos cosas que muchos no viven y mueren sin ellas. La rotación, tal cambio por otro, mantener a X jugador, plantear el partido de una manera, poner a X en vez de Y cuando ha jugado de Z, todo queda ahí, en el plano del juego. Osorio se equivocó mil veces, Osorio acertó mil veces ¿Esos errores dieron tristeza? Tal vez sí, o no. Pero de algo estoy seguro, sus aciertos dieron alegría total, las vueltas olímpicas, seis en tres años, dan fe de ello. Dos tertulias sobre fútbol compartí con Juan Carlos Osorio. No lo digo por alardear, no apreciado lector, lo que busco es contarle sobre el ser que conocí. Un hombre con valores, orgulloso de la educación que le dieron en su hogar, que mira hacia atrás y encuentra en el camino de la vida todos los sacrificios que tuvo que hacer para prepararse en el exterior, para abrirse paso como colombiano en el extranjero. Un hombre humilde, que valora su conocimiento porque nadie se lo regaló, se lo ganó a pulso. Un hombre que respeta la opinión del otro, aprecia los aportes inteligentes y se nutre de ellos. Un señor educado. Una persona de familia, un respetuoso absoluto de su trabajo y del trabajo de su equipo. Un ser que quiere dejarle un legado al país a través del fútbol. Las personas pasan, las instituciones quedan. Esa premisa es cierta y la hemos leído por años. Pero la grandeza de las instituciones no la forjan los ladrillos, no, se sustentan en el legado de quienes han pasado por ella sin mediocridad. Osorio es una de ellas, una de sus más importantes ¿Su principal razón? Es el director técnico más ganador en la historia del club. Eso rompe cualquier otro argumento, crítica, lo que se quiera decir sobre él. Es el más, y mientras no llegue otro más, su legado tiene aún más validez. Zubeldía, Maturana, Osorio, he ahí el tridente desde la dirección técnica que soporta gran parte de la grandeza de este club. "La alegría de la victoria como la tristeza de la derrota al día siguiente son pasado, y lo que cuenta es que amas el juego": le decía el gran 10 rumano, Gheorghe Hagi, a la revista SoHo en su última edición. Es cierto. Atlético Nacional seguirá adelante con o sin Juan Carlos Osorio. Pero seguirá fuerte gracias a su legado y enseñanza. Así pasó con Zubeldía, así fue con Francisco Maturana. Sin esas maestrías la grandeza se estanca. Mis padres me enseñaron que no hay nada peor que ser malagradecido y tacaño. Yo, Andrés “Pote” Rios y en nombre de mi hija, le agradezco desde el corazón y con toda mi fuerza, profesor Juan Carlos Osorio. Las puertas del club Atlético Nacional siempre estarán abiertas para usted, ya sea en un año, tres, cinco o cuando usted tenga 80. Jamás a los ganadores se les puede cerrar la puerta, y menos a usted, que en tres años nos hizo inmensos y nos deja más afilados para ser más grandes. ¡Gracias, gracias, mil veces gracias Maestro Juan Carlos Osorio! Seguir a @poterios

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    Hace ya varios años, cuando no existían las transmisiones de fútbol por televisión como las conocemos ahora, la única forma de vivir un partido si no se estaba en el estadio era por medio de la radio y sus narradores polifacéticos, ya que además de brindar terrenos de juego imaginarios a sus oyentes, también eran capaces de convertir el sofá de cada hogar en la mejor tribuna para inclinarse al escuchar que tu equipo se acercaba al área rival. Aquellas transmisiones estaban marcadas por la emotividad del relator y la claridad que aportaba el comentarista a su trabajo, dándole un respiro en su acelerado relato y con apuntes certeros dilucidaba el partido que cada oyente había creado en su cabeza. Los relatores de fútbol y comentaristas de esa época erigieron su labor como un oficio más que una profesión, ya que muy pocos realmente asistieron a la universidad para perfeccionar su arte, sino que pasaban de locutores o reporteros radiales a ser los hacedores de memorables transmisiones de manera empírica. En la actualidad es muy difícil volver a sentir la magia con la que se vivían las transmisiones de antaño, ahora los narradores tienen que compensar el poco espacio que queda a la imaginación de los oyentes con frases y expresiones exageradas que pretenden darle una identidad a cada relator, pero que en realidad lo que hacen es que cada vez se pierda más el talento de anticipar una jugada y se caiga con mayor frecuencia en los vicios que atentan contra el buen uso del lenguaje y la construcción realista de la fantasía futbolera. Siempre he creído que una de las labores más complejas pero a la vez más gratificante es la de comentarista, ya que hay que tener una comprensión desarrollada del juego y sus causalidades. El mejor comentarista no es aquel que todo lo ve malo y le queda fácil desde un cabina con aire acondicionado y corbata criticar a los jugadores, el mejor es aquel que logra combinar la capacidad de masticar el juego y sus complejidades tácticas y técnicas para dejarlas servidas en la mesa del oyente y con datos oportunos logra darle un contexto, aportando en cada juego algo más que sus básicas opiniones. Como oyente y espectador de fútbol, además de periodista, creo que es necesario si queremos que el nivel de nuestra liga aumente y podamos tener estadios con iluminación adecuada y terrenos de juego acordes al espectáculo, que de la misma forma las transmisiones de los partidos también se destaquen por su calidad y responsabilidad con los televidentes. A usted: ¿Qué le aportan los comentaristas y relatores del fútbol colombiano en cada transmisión? Daniel Santamaría Jaramillo. @Danielsaja03

  • Gol Caracol

    Estamos ante un mal que podría ser sudamericano, pero que en Colombia cada vez se evidencia más y más: el hincha bipolar. Ese que cada que su equipo mete un gol o gana un partido, es el hincha que más apoya, el hincha fiel y ejemplar que siempre ha creído en su equipo. Para hablar con ejemplos concretos, es el hincha más feliz del mundo después de un Junior 4-0 Jaguares, o después de empatarle a Nacional y ganarle a Medellín, en el Atanasio. Lo malo es que ese orgullo y felicidad sólo les dura ocho días. Si en la próxima fecha Junior empata con Envigado o con Pasto o pierde con Huila, se convierten en "Hulk", literalmente. No miden su furia y lo hacen saber a través de redes sociales (Twitter y Facebook las preferidas). Palabras de grueso calibre contra jugadores que han tenido una buena regularidad como Andres Felipe Correa, insultos contra el DT del equipo (olvidando que es toda una gloria para la institución) y eternas peleas sobre quién es mejor hincha que el otro. En un partido alaban a Viera hasta más no poder y en el otro por un error en la salida del excelente portero, lo satanizan y piden su salida del equipo. Salen buenos estos queridos hinchas... He llegado a la conclusión (lógica y obvia) de que nadie es más hincha que nadie. Al momento en que le queda una pelota al delantero de turno todos nos paramos del asiento (ya sea en el estadio o en la casa), contenemos la respiración y gritamos profundamente GOL mucho antes de que la pelota bese la red. Pero también es fácil concluir que Junior no tiene hinchas sinceros. Al finalizar el partido con Huila leí a un amigo twittero afirmando que ya Junior estaba eliminado. Otro decía que era mejor no entrar a las finales. Otro decía que Alexis era un brutazo. Amigos, el fútbol es impredecible. ¿O acaso no recuerdan la final del 93 en la que el DIM ya estaba celebrando y el "Nene" les aguó la fiesta?, ¿o acaso no recuerdan el gol de Ribonetto?, ¿o acaso no recuerdan cuando todo el país daba por hecho que habría final capitalina y menospreciaron el poder del equipo tiburón? "Junior nunca gana en ese frío tan (inserte la grosería de su preferencia)", me dijo un amigo. Yo les digo que confío plenamente en Viera, en Velez, en Correa, en Tesillo, en Cuéllar, en Mac, en Toloza si vuelve, o en el que le toque salir a jugar. Confío en ellos, porque ellos son JUNIOR. Mi equipo. Yo no soy enemigo de las críticas. El que las quiera hacer que las haga, pero mientras existan opciones para clasificar, amigos, dediquémonos a apoyar. Gracias, Por: Pedro Cantero // En Twitter: @insolado

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    Le leí a mi primo Juan Esteban un resumen contundente de lo que fue el partido de Nacional ante Emelec: “Desde que tengo uso de razón y memoria, nunca había visto que mi equipo no llegara ni una sola vez al arco”. Contundente. Sí, salvo ese cabezazo incómodo de Alejandro Guerra que se fue por arriba del arco defendido por Esteban Dreer, nada más pasó para Nacional a nivel ofensivo. Lo de anoche no fue una derrota común, de esas que uno digiere con facilidad. La de anoche fue una de esas derrotas “corta-esperanza”, “pone-desánimo”, “quita-alegría”. Lo menos grave fue perder, lo más grave fue el cómo y, ver con resignación, que eso es lo que hay y que la cosa está muy nublada para enderezar el camino. Nada peor que un borrego adulador, de esos que adulan y adulan y no paran de adular. Mi respeto hacia el profesor Juan Carlos Osorio se basa en eso: el respeto para adular cuando fuimos los mejores y el respeto para decirle que hoy, tras el juego de anoche, no tuvimos vergüenza deportiva frente a la historia y grandeza de nuestro club. Osorio me ha callado la boca, me ha enseñado de la vida, me ha enseñado a tener paciencia futbolera, paciencia de vida, me ha transmitido legados a través de este deporte que muchas situaciones de mi vida no han lograron. Pero hoy, parte de esa enseñanza y respeto, es decir: Profe, la cosa no va bien, hay que enderezar. Sabemos de sobra que este Nacional un día está arrastrándose por la calle como un mendigo tras una mala racha, y al otro día lo vemos impecable, de frac, con sus mejores prendas luego de una buena presentación. Pero la sensación tras lo visto en Ecuador castra hasta esa opción. Y la castra hoy, el domingo luego del juego de Día de Madres ante Santa Fe, no lo sé. Lo de ayer quebró muchas cosas. Ver a ese Nacional sin una idea creativa, ver la zona defensiva sosteniendo el partido a punta de piezas de Lego, y ver que con el balón en su poder, el equipo no es importante, es factor de impotencia pura. Y lo sabemos, sin saber qué hacer con el balón, nadie es nada. Esa premisa estará vigente por los tiempos de los tiempos, así usted juegue con el sistema que le dé la gana y con los “movimientos de ruptura” que se quiera inventar. Todo fue un desastre ante Emelec. La actitud, el nivel de los jugadores, las decisiones del cuerpo técnico. Nadie se salva. Pero si queremos tener bondad, salvemos a Camilo Vargas y lancemos un salvavidas para Óscar Murillo. El primero porque evitó más goles y el segundo, porque a pesar del error en el primer gol, tuvo valentía y entereza ¿El resto? No me voy a centrar en nombres, menos aún en insultos, simplemente: no se salva nadie. Ya la parte de las decisiones del segundo tiempo: Valencia de enganche, Copete de lateral, Manga que salió lesionado y nadie lo extrañó (les confieso que me enteré hoy que había salido lesionado), todo hace parte de la debacle. Horrible jugó Nacional, horrible imagen dejó ante el continente. Esas derrotas sin adjetivos que la rescaten de la amargura, esas duelen como nada más pueden doler ¿Optimismo? No hay. Sé que hay revancha. Este cuerpo técnico, esta era que vivimos con Nacional, ha demostrado que sabe pararse. Pero a veces eso desgasta, lo que queremos es estar siempre de pie. Estas derrotas donde perder es lo menos grave, esas son las que rompen la esperanza. Seguir a @poterios

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    Esta semana River y Boca volverán a cruzarse en una instancia de eliminación directa en un torneo continental. Los dos equipos más importantes de Argentina deberán enfrentarse en los octavos de final de la Copa Libertadores, producto de la gran campaña de los ‘xeneizes’ y de la flojísima primera rueda que realizaron los ‘millonarios’, ya que Boca fue el mejor equipo del torneo en la fase de grupos, mientras que River fue el peor segundo.

  • Gol Caracol

    No será lo mismo que en la UEFA Champions League 2012/13. Si muchos están esperando que se repita lo de hace dos ediciones, pues la verdad las circunstancias son totalmente distintas: el FC Barcelona tiene mucho más poder ofensivo y un juego más equilibrado, Lionel Messi no ha tenido un año lleno de lesiones, no hay temas extras que afecten (caso Tito Vilanova), Bayern llegará con varios lesionados/recién recuperados y el juego del Bayern de Pep no es igual de vertical que el de Heynckes. Así que no, Bayern no volverá a humillar escandalosamente al FC Barcelona. MSN vs la defensiva del Bayern Munich. Aquí podría estar la diferencia. La MSN llega en extraordinario estado sobre todo Neymar y Suárez y la defensiva del Bayern Munich no ha la pasado nada bien en 2015. Dante es una mala broma, Boateng ha sufrido en sus últimos partidos, Benatia difícilmente llegará, Badstuber está lesionado, Rafinha no es garantía y Bernat, a pesar de ser un tren a la ofensiva, sufre en duelos individuales. Difícil, muy difícil, que la endeble defensiva bávara frene a una MSN en estadio de gracia. Mediocampo, duelo de poder. El jugador de mediocampo más recuperador lo tiene el FC Barcelona: Sergio Busquets. Y, en estos momentos, Bayern tiene en Thiago al jugador con mayor sentido de distribución y creación. Andrés Iniesta está volviendo, habrá que ver cómo llega a esos partidos. Y Rakitic cada vez le vemos mejor. Vital lo que pueda hacer Lahm en recorridos y proyección acompañando a Alonso. El regreso de lesionados. Si todo sale conforme a los reportes médicos, Lewandowski, Javi Martínez y Benatia estarán; Ribéry y Bastian podrían jugar uno de los dos partidos, y Alaba no podrá ver actividad. Si vuelve Ribbery, FC Barcelona sufrirá, porque Dani Alves y Jordi Alba van al ataque constantemente. Ojalá todos los que estén cerca de recuperarse lo hagan. Partidos como estos se disfrutan más cuando ambos conjuntos juegan con lo mejor que tienen. Por otro lado tenemos a Thomas Muller, goleador de mundiales, el futbolista que, a pesar de no ser un superdotado técnicamente, lee el juego como nadie más lo hace. Ojo al juego entre líneas del jugador alemán. En varios partidos de este curso hemos visto que FC Barcelona deja un espacio bárbaro entre líneas y, si Thomas se acomoda, se los puede comer vivos. Pep Guardiola vuelve a casa. Será un partido especial. El DT más ganador en toda la historia del FC Barcelona vuelve al lugar donde creció, se formó, la rompió como futbolista y comenzó/brilló como entrenador. Sentimientos encontrados que podrían jugar en contra del estratega catalán si no son bien canalizados. Luis Enrique, por su parte, tendrá un reto durísimo. Esta clase de citas distinguen a los buenos entrenadores de los grandes. Eso si, los que no son hinchas de estos equipos a disfrutar esta partidazo. Por: Duvan García // Twitter: @DanGarciia6

  • Gol Caracol

    Nació en Santa Marta, creció en distintas ciudades de Colombia y hoy en día sus camisetas con el número nueve atrás son reconocidas, deseadas y admiradas en todos los rincones del planeta. Goleador, esto es para vos. Nadie ha celebrado tanto un gol de Falcao como lo ha hecho un colombiano. Por más de que le haya salvado el pellejo al técnico Daniel Passarella cuando, jugando para River Plate, anotó una tripleta ante el Botafogo en la Copa Sudamericana; por más de que le haya dado un campeonato a Diego Simeone y a los de la banda cruzada o, por más de que el Porto haya vuelto a ser un grande de Europa, con un aporte de 17 goles de Radamel en la Europa League –un récord histórico de la competición–, y por más de que el Atlético de Madrid le hubiera dado fin a sus tiempos oscuros en la segunda división con la consecución de la Copa del Rey y la Europa League, de la mano de Falcao, ninguno de ellos ha celebrado tan eufóricamente un gol del ‘Tigre’, como lo ha hecho un colombiano. Los colombianos requerimos de ídolos. La sociedad siempre busca a quién seguir, en quién creer. Sucedió con el ‘Pibe’ Valderrama, con ‘El Tino’ Asprilla, con Juan Pablo Montoya, con Camilo Villegas e incluso con algún tenista, pero las esperanzas se quedaron en eso: en esperanzas. No se trata de menospreciar el trabajo de otros deportistas, pero al colombiano le hacía falta un referente –curiosamente del campo futbolístico– que lograra que las calles se inundaran de pasión y alegría, que Barranquilla se vistiera de amarillo y un partido de la Selección significara paralizar el país entero de inmediato. Octubre 12 de 2012. Esta es la fecha en que, en mi opinión, Falcao selló para la eternidad su estampa de crack e ídolo futbolero en Colombia. En medio del calor de Barranquilla y luego de 45 minutos de fútbol cerrado por parte de Paraguay, el fútbol atractivo de José Pékerman con la ‘tricolor’ encontraba la defensa más difícil de romper hasta ese momento en la eliminatoria. Sin embargo, en el minuto 52 Falcao recibió una pelota al borde del área, enganchó, dejó en el piso al rudo Da Silva y, con pierna zurda, la mandó al ángulo opuesto, dónde el arquero Barreto no llegaba ni con vuelo chárter. La vida le puso obstáculos a Falcao desde pequeño, como si le estuvieran ‘midiendo el aceite’ para comprobar que el samario se convertiría en una leyenda a prueba de fe y trabajo. Su primera gran muralla fue decidirse entre el fútbol de su papá y el béisbol de moda en Venezuela, país donde vivió alrededor de cinco años durante su infancia. Superado esto, Radamel tuvo que dejar su hogar a sus 15 primaveras para trasladarse a La Pensión, una residencia de River Plate en la que convivió con ochenta jóvenes provenientes, como él, de las afueras de Buenos Aires. Una vez radicado en Argentina, el adolescente Falcao se despertaba todos los días y veía con anhelo, desde su ventana, un costado del estadio Monumental, en donde luego forjaría uno de los ciclos mas importantes de su carrera. Además, mientras sus compañeros se iban de vacaciones para sus casas, él se quedaba solo, en un lugar lleno de sueños. Mientras todos querían salir a conocer la vida cosmopolita del gran Buenos Aires, Falcao se iba a orar a la capilla, para tratar de sembrar la semilla del cristianismo en el equipo de la banda cruzada. Antes de cumplir 19 años de edad, Falcao García tuvo tres graves lesiones: un tobillo operado, una pubalgia y un ligamento cruzado. Pero como Radamel no tiene limites, las pudo superar sin contratiempos y en su debut como titular ante Independiente anotó y el estadio Monumental conoce, por primera vez, los zarpazos que era capaz de dar el ‘El Tigre’. Luego, llega la historia que ya conoce el mundo futbolístico entero. Falcao pasó la prueba y ahora todo sería éxito para él: goleador histórico de la Europa League, goleador de una final europea con Porto, dos goles en su segunda final europea con Atlético, tres goles en su tercera cita en la Supercopa europea ante el Chelsea. “Falcao no tiene techo”, decían, ¿acaso el cielo tiene un principio y un fin?. En el cielo, ahí está Falcao, y por más de que no haya integrado las filas de la Selección Colombia para el Mundial de Brasil, por más de que hoy en día James Rodríguez sea el referente del fútbol colombiano en el mundo, y por más de que su paso por el Mónaco haya sido doloroso y en Manchester United no haya rugido, Radamel Falcao García le devolvió al fútbol colombiano su baile, su goce y nosotros volvimos a creer que España, Brasil, Alemania, Argentina y los demás, no son tan invencibles y superiores como creíamos. Todo eso sucedió desde que Falcao anotó en el último suspiro ante Bolivía en la altitud de 3.600 metros de La Paz y lo celebró precisamente enviando un mensaje a todos aquellos que todavía no creían en él. Colombia jamás había ganado en el estadio olímpico Hernando Siles, pero con gol de García se logró. Luego, abrió el camino para la goleada 4-0 ante Uruguay en Barranquilla y marcó el gol de la remontada 1-2 en el partido ante Chile en Santiago, encuentro que terminaría 1-3 con anotación de Teófilo Gutiérrez. Sin embargo, la pincelada de oro sería firmada aquel 12 de octubre de 2012 del cual ya habíamos hablado. Tras abrir el marcador y poner en posición ventajosa a nuestra Selección, Falcao decidió brindarle a los colombianos un rugido más y una excusa para emborracharse mientras todos alardeaban que Colombia tiene el mejor centro delantero del mundo en la actualidad. Elkin Soto envió un pelotazo hacia el área contraria, Falcao entre dos defensas controla la pelota, se deshace de sus marcadores y ante el arquero paraguayo decide picarle la pelota por encima, para dejarlo ardido de la impotencia. Después de esa anotación la cámaras del Gol Caracol registraron a un eufórico Carlos Valderrama gritando a todo pulmón “¡qué golazo tan hijueputa!” y cuando todos perdíamos la voz, él, Falcao García se devolvía para el medio campo mirando al cielo y agradeciéndole a su mejor amigo, a Dios, por iluminarlo esa tarde. Pero la vida no es fácil. Luego de anotar dos penaltis definitivos contra Chile en Barranquilla y empatar 3-3 un partido que en medio tiempo perdía Colombia por tres goles a cero, después de asegurar de esta forma la clasificación luego de 15 años sin clasificar a un Mundial de fútbol, Falcao tendría que perderse la fiesta y cederle el protagonismo a James Rodríguez, quién no desaprovechó la oportunidad. Falcao volverá, será figura de la Copa América y desde algún equipo europeo hará nuevamente historia. Esta temporada simplemente es una prueba más que le pone la vida antes de su consagración final. Un hombre de fe, un deportista serio y disciplinado está a punto de convertirse en un genio eterno y nosotros seremos los afortunados de presenciarlo. Gracias Radamel. Gracias Falcao. Te esperamos de vuelta y sabemos que tienes preparada una fiesta para Colombia y un par de trucos de magia más para los amantes del fútbol. Por: Constantinos Papailias // Twitter: @locogreek

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