Estas familias cuentan con el agravante de que, al tratarse de una pandemia, no pueden acompañarlos en su último adiós. Así golpea la muerte en tiempos de coronavirus .
El primer taxista, el primer médico, el primer policía… la lista de las primeras mil víctimas mortales de coronavirus en Colombia está llena de historias que son más que cifras.
“Mi hermano se contagió el 4 de marzo cuando recogió a unos turistas italianos en el aeropuerto. Esa era su política ¿no? Darle la bienvenida a todos los que llegaban a Cartagena... Él sí me contó después que tenían tos, pero no le prestó atención a eso. Los atendió como siempre y ahí fue donde se contaminó”, recordó Liliana Ricardo, hermana del taxista de Cartagena Arnold Ricardo (q.e.p.d).
Así comenzó la dolorosa lista de los que se han ido en estos tiempos de coronavirus, con un hecho inédito: la soledad.
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Al igual que Liliana Ricardo, la bacterióloga Paola Cruz, viuda de Carlos Fabián Nieto (q.e.p.d), el primer médico que falleció por COVID-19 en el país, tampoco pudo hacerle homenajes finales a su esposo.
“La última vez que vi a Carlos Fabián fue en marzo. Él se dirigió solo a la clínica Colombia, yo me quedé sola con los dos bebés. La verdad nunca pensé que sería la última vez que iba a verlo y nunca se me pasó por la mente el desenlace tan fatídico que iba a tener”, expresó Cruz.
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Una videollamada desde la cama donde luchaba contra el coronavirus fue la última comunicación del doctor Nieto con su familia.
Y es que lo único peor que la muerte, es la muerte en soledad.
La compañía en el adiós final, que no se está pudiendo dar por parte de los seres queridos, sí que la conocen Carlos, Luis Ernesto, Dinimo y Heidi, pues son algunos de los encargados de ayudar en ese viaje al más allá a quienes pierden la vida en medio de la pandemia. Pero a ellos, nada los preparó para tanto…
“Es doloroso ver cómo el distanciamiento se marca por las familias que no tienen esa forma de acompañamiento. El distanciamiento es la norma, es realmente muy doloroso”, señaló el tanatólogo Luis Ernesto Villalobos.
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A Heidi Ortiz, auxiliar administrativa del cementerio Serafín de Bogotá, esta pandemia le ha incrementado tanto su trabajo como sus miedos, pues vive una constante angustia ante la posibilidad de contagiar a sus dos hijos, por lo que debe seguir rigurosos protocolos.
A la señora Blanca Nieves Daza (q.e.p.d.), quien murió de coronavirus el 3 de junio, sus familiares le celebraron los 85 años hace solo seis meses, pero el día del deceso “ni siquiera pudimos verla, todo fue muy triste”, dijo su hija.
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Con cada muerto, las misas y funerales se ven más lejos y cada imagen es más triste que la anterior.
Los cuerpos de las víctimas de COVID-19 deben ser cremados, pero las cenizas solo se entregan hasta ocho o diez días después.
Más de la mitad de los primeros mil fallecidos por la pandemia en Colombia corresponde a personas mayores de 60 años, pero la lista también incluye recién nacidos, niños, niñas y jóvenes que eran saludables.
Estas historias son un campanazo sobre las consecuencias del virus. En muchos de los casos nos reservamos sus nombres, pues sus familiares han sido objeto de una absurda estigmatización.
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