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"Nunca había visto una aurora desde abajo, pero aquí arriba son un espectáculo frecuente", comentó asombrada Zena Cardman, integrante del Grupo XXII de astronautas de la NASA y actualmente parte de la Expedición 73-74 a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI), cuando se encontró con lo que es observar una aurora boreal directamente desde la órbita terrestre.
Las auroras boreales, según la NASA, son el resultado de un intercambio continuo de energía entre el viento solar y el campo magnético terrestre. El Sol emite constantemente un flujo de partículas cargadas. Cuando estas alcanzan nuestro planeta, pueden alterar la magnetosfera, que actúa como un escudo. Parte de esa energía se acumula y luego se descarga en la atmósfera, generando las luces que conocemos.
La astronauta compartió con sus seguidores que fue un gran espectáculo e invitó a quienes la siguen a intentar distinguir, en una sola toma, a Houston, Florida y las luces del norte antes de que la estación cruzara el Golfo de México rumbo a las tormentas eléctricas que se formaban sobre Sudamérica al amanecer.
"Todavía no he visto auroras boreales desde abajo, pero aquí arriba son un espectáculo frecuente. La de la semana pasada fue especialmente buena. A ver si logras encontrar Houston, Florida, y las auroras boreales en una misma imagen, antes de que crucemos el Golfo para ver unas increíbles tormentas eléctricas sobre Sudamérica al amanecer", expresó asombrada la astronauta en su cuenta de X.
I’ve still never seen aurora from below, but up here, it’s a frequent show. Last week’s was especially good. See if you can spot Houston, Florida, and the northern lights all in one frame, before we head out across the Gulf and some great lightning storms over South America at… pic.twitter.com/THqX83wNXL
— Zena Cardman (@zenanaut) November 17, 2025
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Cuando Cardman habla de "un espectáculo frecuente", no es una exageración. La EEI completa una vuelta alrededor de la Tierra cada 90 minutos aproximadamente. En muchas de esas órbitas, la trayectoria del laboratorio orbital pasa por regiones donde las auroras están activas. Desde esa altura, los astronautas pueden observar cómo las luces bordean la atmósfera, envuelven la curvatura del planeta e incluso cambian de intensidad en cuestión de minutos.
Aunque las auroras boreales desde la superficie parecen surgir en el cielo nocturno como bandas de color, su origen depende de procesos invisibles para la mayoría. La magnetosfera, al estirarse y comprimirse por efecto del viento solar, redirige partículas energéticas hacia las regiones polares, según indica la NASA en su portal web.
Una vez allí, estas chocan con átomos y moléculas de gases atmosféricos. Ese choque añade energía a los átomos, que luego la liberan en forma de luz. La altura a la que ocurre la interacción y el tipo de gas determina el color que se observa. La NASA detalla que el oxígeno y el nitrógeno son los principales responsables del color del fenómeno.
Estas variaciones ocurren de manera simultánea en distintas capas de la atmósfera. Por eso, desde el suelo, las auroras pueden verse como combinaciones de verde, púrpura o incluso blanco. Pero desde la órbita, la perspectiva cambia: las capas aparecen separadas en franjas curvas que recorren la atmósfera superior, formando un borde luminoso sobre la superficie del planeta.
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VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co