Decenas de adornos navideños fueron descubiertos en un gran salón, frente a la mirada ansiosa de un ejército de gatos que, desde sus cabinas, esperaba a que se abrieran las compuertas para ir a jugar con todo aquel tesoro decembrino que brillaba.
Las ventanillas se desactivaron y los felinos se lanzaron como si fuera su primera y última Navidad.
Acabaron con todo. Pero, ¿cómo culparlos? Es su naturaleza: curiosos, juguetones y, hay que decirlo, destrozones.
Veinte millones de reproducciones en Facebook y tres millones en YouTube hacen de este experimento uno de los más virales del 2016.