La vida puede ser injusta, pero este padre y su hija demuestran que a punta de amor y coraje se superan las tragedias. Una historia inspiradora.
Es difícil imaginar que una niña tan pequeña tenga un corazón tan grande. Cuida, en solitario, a su padre, Tian Haicheng, un hombre de 38 años, ex deportista, al que un accidente automovilístico lo dejó parapléjico.
La esposa de Haicheng lo abandonó y, de paso, se llevó a su hijo mayor. El padre y su hija menor quedaron a merced de la depresión de él y de la indefensión de ella.
Pero el mundo está hecho de valientes. Por su hija, Haicheng recobró el ánimo y consiguió un trabajo que podía cumplir en su situación de discapacidad.
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La hija de este buen hombre aprendió a cuidar de su padre y ayudar en las tareas de la casa.
Hoy, a sus seis años, la niña se sienta en las piernas de su padre que la lleva sagradamente a la escuela todos los días. La silla de ruedas se convirtió en el vehículo familiar.
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¿La mejor hija del mundo? Para su padre, claro que sí. Y todos deberíamos tener algo de su bondad y entrega.
Haicheng y su hija son la prueba viviente de que todo es posible.
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