Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
En los últimos años, el abandono de los adultos mayores en Colombia dejó de ser una triste rareza para convertirse en una epidemia silenciosa. Es un fenómeno aterrador, pero tan frecuente que a veces, lamentablemente, se vuelve paisaje.
El problema es de magnitud global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada seis adultos mayores en el mundo ha sufrido algún tipo de maltrato durante el último año. Es decir, equivale a unos 220 millones de personas, una población comparable a la de un país enorme como Brasil. Y aunque hablamos de diferentes tipos de vejámenes, desde la violencia física hasta el no darles medicamentos, el abandono es catalogado como una de las formas más comunes y crueles de maltrato.
La alarma está encendida en Colombia. La Corte Constitucional ya lanzó una alerta por el aumento de los casos de abandono. Solo en Bogotá, las autoridades reportan 2.800 abandonos en los últimos 4 años. Esto significa que, en la capital, casi dos personas mayores son dejadas a su suerte cada día.
Y no es solo un drama moral; el abandono es un delito. Si usted deja desprotegida a una persona mayor que estaba bajo su cuidado, se puede enfrentar a la cárcel.
Cuando pensamos en diciembre, pensamos en familia, abrazos y celebraciones, pero para los adultos mayores que dependen de otros, es justo la época donde más se registra soledad y maltrato.
Ana Beiba Lasso, conocida como 'el ángel de los viejitos' en Cali, que cuida a más de 100 personas mayores, lo dice sin rodeos: “Se acerca la época más triste para mí”. Y al preguntarle cuál es, responde: "Navidad es la época que más los abandonan a ellos", dijo en Los Informantes.
Publicidad
Este abandono en diciembre tiene varias razones que lo hacen aún más amargo. Las causas incluyen: vacaciones ya que las familias cuidadoras aprovechan la época para salir de viaje o gastos extras en las celebraciones y el inicio del año escolar traen consigo.
Muchos de estos adultos mayores son llevados con engaños a hospitales o terminales de transporte, donde simplemente los abandonan. En los terminales, por ejemplo, los dejan con la promesa de que un familiar vendrá a buscarlos, algo que nunca sucede.
El abandono no ocurre de la noche a la mañana. La directora ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha, Soraya Montoya, explica que "El abandono no ocurre de un día para otro. Es una herida que se hace a través de la vida".
Publicidad
El médico Carlos Ariza, presidente de la Asociación Colombiana de Geriatría y Gerontología, experto en el cuidado de adultos mayores, señala que la enfermedad y la dependencia son factores de riesgo directos: "Por lo menos la persona mayor a medida que tiene más enfermedades y requiere más cuidado, eso es uno de los factores de riesgo para abandono". A esto se suman las enfermedades crónicas, las redes familiares debilitadas y las inseguridades económicas.
En las próximas décadas, en Colombia habrá más viejos y menos jóvenes para cuidar a esas personas. Mientras antes cuatro adultos podían cuidar a una persona mayor, pronto será un adulto cuidando a dos.
Dos caras de esta realidad son Rosa Adiela Palma y John Jairo Hernández, dos ancianos que terminaron solos.
John Jairo, a quien le dicen ‘el paisita’ y tiene 62 años, vive pegado a una bala de oxígeno que lo ayuda a respirar debido a su EPOC. Él está convencido de que lo duro de la tercera edad es llegar sin familiares o amigos que lo acompañan, que lo cuiden.
Publicidad
Rosa Adiela, de 83 años, relata un dolor similar, pero con un toque aún más amargo. Trabajó toda su vida, pero el día que dejó de hacerlo, la hermana con la que vivía la echó de la casa: "Si mi hermana me negó un almuerzo, ¿cómo no me iba a negar una posada?".
Por fortuna, John Jairo y Rosa Adiela hoy no están en la calle. Viven en el hogar de Ana Beiba Lasso, quien, a pesar de estar pasando por su tercer cáncer y su tercera ronda de quimioterapias, se dedica a cuidar a más de 100 ancianos abandonados en Cali.
Ana Beiba, con una sonrisa cariñosa, está convencida de que, al llegar a la tercera edad, los humanos se vuelven a convertir en niños chiquitos. Por eso, los llama a todos "mis niños, mis bebés".
Publicidad
Su misión comenzó hace 30 años, de la manera más inesperada. Desempleada y con problemas económicos, estaba en un hospital cuando escuchó a una enfermera pedirle a un anciano que se fuera. Él respondió que no tenía a dónde ir. Ana Beiba sintió una señal divina, lo llevó a su casa y así nació el hogar. El requisito para entrar es que no tengan a nadie.
John Jairo, por ejemplo, pasó nueve meses en un hospital hasta que lo llevaron con Ana Beiba. Rosa Adiela también llegó llorando, pero Ana Beiba la abrazó: "Aquí no le va a pasar nada, mamita", le dijo. En este hogar, donde han pasado más de 1.000 ancianos, Rosa Adiela y John Jairo, contra todo pronóstico, encontraron una familia.
La realidad que rodea a Ana Beiba y sus ancianos es la excepción. La mayoría de los adultos mayores que terminan solos y aislados, sufren de lo que se llama soledad no deseada.
Para no llegar a viejos solos, la clave está en el presente. La solución no se encuentra en el nivel socioeconómico, sino en construir lazos fuertes con amigos y familiares.
Soraya Montoya y otros especialistas recomiendan enfocarse en las redes sociales reales, que no son las del celular, sino la de ir a tomarse un café, la de conversar, reír en compañía y darse un abrazo.
Publicidad
Es fundamental entender que todos vamos para allá. Si no tomamos cartas en el asunto, la soledad y el abandono solo se agravarán. Según el DANE, para 2050, uno de cada cuatro colombianos será mayor de 60 años. La soledad no deseada es una herida que se debe empezar a sanar hoy.
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Los informantes.