Hace 14 años, cuando llegó a Bogotá víctima del desplazamiento y sin saber hablar español, Arcenio Moya, indígena de la etnia Wounaan, se aferró a la cultura de su pueblo. Recordó el oficio que su mamá le enseñó de pequeño: el tejido con hojas de werregue, un tipo de palma que crece en el Pacífico colombiano. Moya descubrió que en este oficio de sus ancestros estaba no solo su historia y sus raíces, sino también su futuro y su vocación.
El maestro vive hoy en Ciudad Bolívar, en una tribu de 170 familias Wounaan. Allí, Arcenio Moya, el único hombre entre 37 mujeres artesanas, conformó su propio emprendimiento llamado ‘Grupo Wharqui’ y gracias a la asesoría de Artesanías de Colombia aprendió el valor de sus creaciones.
El werregue es una de las artesanías más finas del país, debido a la destreza, sabiduría y sentimiento que se requiere.