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Como todos los domingos, en este capítulo de Los Informantes presentamos tres grandes historias: la verdad detrás de la vida de Cristian Montenegro, quien creó una familia de muñecos de trapo para batallar contra la soledad; la historia de Elda Neyis Mosquera, alias Karina, quien fue una de las guerrilleras más temidas de Colombia durante 25 años; y el resiliente testimonio de Carlos, Jorge y Marta que vivieron un renacer entre sombras.
Algunos piensan que solo busca llamar la atención; otros lo tildan de loco, pero Cristian Montenegro está convencido de que lo único que intenta es combatir la soledad. Es conocido como “el hombre de los muñecos”, este joven bogotano creó una novia y unos hijos de icopor para tener la compañía que no ha encontrado en otras personas. Los Informantes conoció su historia: la de un hombre que, a pesar de vivir rodeado de gente, se siente profundamente solo.
“’¿De dónde nace esto?’ Por soledad y por todo. Por la soltería, porque no he podido lograr ser padre, porque no he tenido a nadie”, aseguró.
Elda Neyis Mosquera puede que no le diga mucho a la gente, pero alias Karina sí. Ese nombre, con el que militó en las FARC desde 1984 y lideró el Frente 47, todavía impone respeto y temor. Después de casi 25 años en la guerrilla, en 2008 se entregó a las autoridades colombianas y comenzó su camino hacia la reinserción y el perdón.
Después de la cárcel y la libertad, Elda ha cambiado por completo: ya no queda rastro de la temible Karina. Escribió un libro que no solo relata la cruda realidad de la guerra, sino que también es un testimonio de reconciliación con uno de sus mayores enemigos.
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Carlos trabaja en completa oscuridad, sirviendo platos como un mesero de lujo. Por su parte, Jorge Armando repara, arma y desarma el motor de un carro en medio de las tinieblas. Y Marta pedalea con ayuda, pero sin perder el rumbo. Son historias de personas que viven en la oscuridad, pero que han aprendido a darle luz a quienes las rodean.
“En el momento de más frustración, de más desespero de lo que yo estaba viviendo, le dije a Dios: ‘No quiero más, estoy cansado, me quiero morir’”, recordó Carlos Quintero tras perder la vista.
Los tres pudieron haber tomado decisiones fatales, pero eligieron enfrentar la oscuridad. Se adueñaron de su nueva realidad y hoy son un ejemplo de resiliencia, fuerza y luz en medio de la sombra.
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