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Algunos piensan que solo busca llamar la atención; otros lo tildan de loco, pero Cristian Montenegro está convencido de que lo único que intenta es combatir la soledad. Es conocido como “el hombre de los muñecos”, este joven bogotano creó una novia y unos hijos de icopor para tener la compañía que no ha encontrado en otras personas. Los Informantes conoció su historia: la de un hombre que, a pesar de vivir rodeado de gente, se siente profundamente solo.
“He sentido que todo el mundo me ha ganado. Los demás, que tienen sus parejas de carne y hueso, sí lo logran, tienen el privilegio; menos yo. Yo no tengo el privilegio de hacer hijos de carne y hueso”, relató Cristian Montenegro.
Se define como un hombre común y corriente: bogotano de 30 años, con un trabajo informal que le alcanza para vivir y tiempo libre los fines de semana para compartir con su esposa y sus hijos. Solo hay un pequeño detalle: esa familia no es real. Es una familia que él mismo fabricó con sus propias manos, una familia de muñecos.
“’¿De dónde nace esto?’ Por soledad y por todo. Por la soltería, porque no he podido lograr ser padre, porque no he tenido a nadie”, aseguró.
Cristian Montenegro convive con su pareja, Natalia, y sus tres hijos. Según contó, le puso ese nombre en honor a la protagonista de la telenovela ‘Mi gorda bella’. Creó a su familia de trapo después de terminar su última relación y de experimentar la tristeza del desamor. Desde entonces, decidió construir su propio hogar como una forma de lidiar con la soledad que lo dominaba.
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Por otro lado, sus hijos (sus tres muñecos) son Daniel Adolfo, de 10 años; Lady María, de seis, y una bebé llamada Sami. A Natalia y a los niños les manda besos, los mira con ternura y les dice que los quiere.
A lo largo de los años, ha ido cambiando el cuerpo y el rostro de los niños para que tengan características acordes con la edad que les ha asignado y rasgos más parecidos a los suyos.
A Cristian siempre le ha gustado pintar, modelar figuras en plastilina y fabricar objetos con materiales reciclados. Suele dedicar las tardes y algunos fines de semana a trabajar en su familia de muñecos, a los que va modificando según su estado de ánimo.
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A su novia, por ejemplo, de vez en cuando le cambia la peluca por una de cabello más largo o de otro color; sustituye el cuerpo de maniquí por uno de un material más resistente, la maquilla o desmaquilla, y hasta le modifica la expresión del rostro.
“’¿Si llega una mujer de carne y hueso que le guste, deja a Natalia?’ La guardo, para salir de ella, toca que esa mujer real y yo tengamos bebés”, dijo.
Cristian se considera como un esposo amoroso y un padre orgulloso. Es de pocas palabras y habla con frases simples y entrecortadas. Reveló que se ha enamorado un par de veces y que hace algunos años tuvo una novia, pero la relación terminó porque casi no se veían. Fue entonces cuando se le ocurrió fabricar su propia compañía, alguien con quien pudiera ir al parque los domingos y dar paseos por el barrio.
Para hacerlo posible, adaptó a sus muñecos con algunos accesorios: les instaló un gancho en la ropa para poder cargarlos al hombro y le puso patines a Natalia, de modo que pudiera moverse con mayor facilidad.
Aunque existen aplicaciones para citas, Cristian aseguró que “me ha quedado difícil” y, por eso, decidió crear a su familia, “inventándome todo esto para no estar solo”.
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Cuando sale a la calle con su familia de trapo, Cristian suele ser objeto de miradas y carcajadas. Algunos se burlan, otros lo graban con sus celulares, pero también hay quienes lo felicitan por su creatividad y su forma particular de afrontar la soledad. A pesar de todo ello, él continúa con su rutina, plenamente consciente de que su familia es una creación suya.
Los padres de Cristian apoyan su decisión, y él es enfático en que su problema es la falta de pareja e hijos. “Varias veces me han dicho que estoy loco... Esto no es loquera, sino que me las ingenio y todo para no estar solo”, aseguró. Y añadió: “No es por jugar ni porque soy adulto y juego con muñecos o titiriteo”.
Cristian parece vivir en un mundo de fantasía, un mundo irreal. Nunca ha sido diagnosticado con ninguna enfermedad mental y, aunque no es partidario de los psicólogos ni de los psiquiatras, varios especialistas que conocen su caso coinciden en que debería buscar ayuda profesional. Y es que hay algo que para los expertos resulta evidente y es que este hombre, que convirtió unos muñecos en su familia, es el reflejo de una realidad contemporánea en la que estamos cada vez más conectados en la virtualidad, pero más aislados en la vida real.
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“Esto ha crecido de una manera tan vertiginosa en los últimos años que ya se ha establecido como un problema de salud pública... La soledad entendida como la sensación de que no existen relaciones significativas en la vida”, afirmó el presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, Alexie Rojas, en Los Informantes.
El experto explicó que la soledad, cuando se prolonga en el tiempo, puede generar “múltiples problemas de salud física como problemas cardiovasculares a múltiples problemas de salud mental como depresión, ansiedad, psicosis y suicidio”.
“Lo que se ha establecido es que si una persona permanece en ese estado de soledad, permanece insatisfecho con su entorno social, se acorta la expectativa de vida en un 25%”, reveló Alexie Rojas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis personas en el mundo se siente preocupantemente sola. En los países de bajos ingresos, la cifra puede aumentar a una de cada cuatro. Esto significaría que, en un país como Colombia, más de 12 millones de personas podrían estar experimentando una soledad aguda.
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De acuerdo con distintos estudios, la soledad está relacionada con el desarrollo de decenas de enfermedades y con cerca de un millón de muertes en el mundo cada año. Lo que quiere decir que son unas 80 mil muertes al mes, más de 2.500 al día y casi 100 cada hora.
La psiquiatra Paola Martínez, advirtió que “la soledad cada vez se puede volver más grande a pesar de que cada vez estemos más rodeados o con más herramientas al alcance para estar cercanos a alguien”.
Asimismo, mientras algunos reflexionan sobre el fenómeno de la soledad, otros medios han afirmado, sin ningún sustento científico, que Cristian padece de objetofilia, una condición en la que una persona puede sentirse atraída física, emocional o incluso sexualmente por un objeto.
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Aunque no está catalogada como una enfermedad, algunas publicaciones la han relacionado con trastornos obsesivos, autismo o esquizofrenia. Sin embargo, cabe aclarar que quienes presentan este tipo de atracción pueden ser perfectamente funcionales y desempeñarse con normalidad en la sociedad.
Por su parte, Cristian niega totalmente que se trate de objetofilia y afirma que, en realidad, lo que siente es soledad. “Cuando hablamos de que hay personas que se enamoran o se casan con algún objeto, pues ahí nos estamos dando cuenta de que realmente lo que están intentando es llenar un vacío”, explicó Paola Martínez.
No obstante, tanto Alexie Rojas como Paola Martínez, expertos en el tema, recomiendan otras formas de enfrentar el aislamiento social. Entre ellas, destacan la importancia de buscar acompañamiento psicológico o ayuda profesional, fortalecer vínculos reales, retomar contacto con personas que alguna vez fueron cercanas, participar en actividades de voluntariado o practicar deportes en grupo.
Cristian es un reflejo de lo que muchos consideran la epidemia silenciosa de la soledad. Repite que cada día se siente más acostumbrado a compartir con Natalia y más tranquilo al tenerla a su lado, aunque reconoce que su compañera de trapo no ha logrado mitigar del todo su vacío.
No le tiembla la voz al admitir que sigue buscando un amor verdadero, un vínculo real con una mujer de carne y hueso. Mientras esto suceda, afirma que Natalia “es como una velita que se prende si estoy solo, pero si está alguien, ella se apaga”.