
En este capítulo de Los Informantes, tres poderosas historias. Primero, la vicepresidenta Francia Márquez habla con franqueza sobre sus tres años de gestión. Segunda, conozca a Iris Marín, la primera mujer al frente de la Defensoría del Pueblo, que recorre el país enfrentando el abandono institucional. Y, por último, tres jóvenes colombianos viajan hasta Hiroshima para dejar un mensaje de paz en el aniversario de uno de los episodios más dolorosos de la humanidad.
Francia Márquez habla sin filtros de su gestión como vicepresidenta
La vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, habló en exclusiva con Los Informantes y no se guardó nada. Reconoció diferencias con el gobierno, con algunos funcionarios y hasta consigo misma. Acepta que muchas cosas no salieron como esperaba y que incluso su mamá la ha regañado por sus decisiones.
Francia Márquez se muestra crítica, incluso con su propia gestión. Ya no es la misma líder social que representó a las minorías en campaña. Se siente frustrada por lo que no logró hacer y también se refirió a los ataques personales que ha recibido.
Conozca a Iris Marín, la primera mujer defensora del pueblo
Desde hace diez meses, Iris Marín Ortiz ocupa por primera vez en la historia el cargo de Defensora del Pueblo. En un país donde no se respeta ni la vida, su labor exige temple, resistencia y una convicción profunda por los derechos humanos. Viajar con ella es enfrentarse a la realidad más dura de Colombia.
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Iris Marín recorre el país escuchando denuncias, atendiendo comunidades y enfrentando el abandono institucional. Aunque la Defensoría tiene pocas herramientas para actuar, ella hace lo posible con buenas intenciones y firmeza. Su historia es la de una mujer que intenta proteger a los colombianos en medio de la adversidad.
Colombianos en Hiroshima llevan un poderoso mensaje de paz
Tres jóvenes colombianos, provenientes de La Guajira, Boyacá y Bogotá, viajaron hasta Hiroshima, en Japón, con mil pajaritos de papel y un mensaje de esperanza. Acompañamos su recorrido hasta el monumento que conmemora los 80 años de la bomba atómica, en uno de los actos más simbólicos por la paz.
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Hace ocho décadas, la humanidad vivió uno de sus peores horrores: las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Hoy, estos jóvenes llevan una cuota colombiana de memoria y reconciliación. Su gesto busca que el horror no se repita y que el mundo recuerde que la paz también se construye con pequeños actos cargados de significado.