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El 2 de diciembre de 1993 murió Pablo Escobar. Treinta y dos años después, revelaciones de un fallido intento de asesinarlo con 12 mercenarios europeos y una recompensa de 15 millones de dólares. El líder de Cartel de Medellín fue abatido por la Policía en un operativo que marcó el fin del capo más temido de Colombia. Se conocieron detalles de un plan gestado en 1989 por el Cartel de Cali para asesinarlo. El encargado de la operación fue el Mayor retirado Luis Mario del Vasto Cerón, quien habló de la misión en 'Más Allá del Silencio Podcast'.
La misión fue patrocinada por los cuatro jefes del Cartel de Cali: Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José Santa Cruz (Chepe), y Pacho Herrera. La recompensa prometida era monumental: $15 millones de dólares. El Mayor del Vasto, quien se acababa de retirar del Ejército por las malas políticas militares, había sido contactado por Miguel Rodríguez Orejuela, quien conocía toda su vida.
El Mayor ya tenía contactos para la contratación de mercenarios, pues anteriormente había buscado para una operación que se canceló contra las FARC, financiada por Rodríguez Gacha.
La decisión del Cartel Cali de eliminar a Escobar se fundamentaba en un odio originado por una disputa personal que escaló a guerra de carteles. Del Vasto relató que, según Pacho Herrera, el conflicto comenzó cuando un hombre de Cali, Piña, se involucró sentimentalmente con la mujer del Negro Pavón, un hombre de Pablo, mientras este estaba en prisión. Piña, al salir, se enamoró de ella. Cuando Pavón se enteró, buscó venganza, pero Piña se le adelantó y lo mató.
Pablo Escobar, al enterarse de la muerte de su hombre, exigió la entrega de Piña, y luego, de Pacho Herrera, a los hermanos Rodríguez Orejuela, quienes se negaron a entregar a su socio. Del Vasto señaló que este incidente fue el detonante que inició la guerra entre ambos carteles.
Para la Operación Nápoles, los de Cali contrataron a 12 mercenarios de origen europeo: ingleses, irlandeses, escoceses e italianos. La operación, que se montó en secreto, debía ser aerotransportada, ya que llevar a estos hombres desde Cali a Nápoles era imposible por tierra, por ser una zona manejada por Escobar.
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La estrategia era aprovechar que Pablo Escobar iba a celebrar la primera Copa Libertadores por parte del Atlético Nacional en su Hacienda Nápoles. Los jefes del Cartel de Cali lo tenían muy claro. El botín era $15 millones de dólares.
Para el golpe, se compraron dos helicópteros en Miami, que fueron traídos por etapas a Colombia. Estos fueron pintados como unidades policiales. Los mercenarios, junto con los colombianos, iban uniformados como policías. Lo más delicado fue la adquisición de la ametralladora que se montaría en el helicóptero.
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La operación planificado consistía en entrar "ametrallando y lanzando granadas sobre las garitas", señaló, ya que estas eran el punto de fuego de la defensa de Pablo. Luego, simultáneamente, los dos helicópteros desembarcarían para buscar al objetivo principal: "dar de baja a Pablo Escobar”. Para garantizar el éxito, un avión Caravana de Pacho Herrera con 15 gatilleros de reserva debía aterrizar en la pista de Nápoles para apoyo.
Respecto a la prueba de la misión, del Vasto relató la exigencia del Cartel de Cali: Don Miguel y Gilberto "hablaron nos trae un dedo". Chepe fue más ambicioso: "No, nos trae una mano porque es más creíble". Finalmente, fue un mercenario holandés quien sugirió la cabeza para que haya más seguridad.
El 6 de junio de 1989 se puso en marcha la Operación Nápoles, el plan del Cartel de Cali para asesinar a Pablo Escobar. El mayor retirado Luis Mario del Vasto Cerón, reclutado por Miguel Rodríguez Orejuela, lideraba la misión junto a 12 mercenarios británicos.
Antes del ataque, del Vasto recibió la confirmación: “El objetivo está ahí, Pablo está enguayabado; se emborrachó anoche”. Sin embargo, al sobrevolar Sonsón, una densa neblina cerró la ruta. El helicóptero, donde viajaba el mando de la operación, chocó contra una montaña.
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El piloto, apodado Tigre, murió en el impacto. Del Vasto relató: “Lo levanté y sentí que no había nada que hacer; estaba partido en la cintura”. Tras evacuar el cadáver y ocultar las armas, los sobrevivientes caminaron tres días hasta ser rescatados.
Aunque la misión fracasó, los capos del Cartel de Cali recibieron a Del Vasto con whisky y palabras de aliento: “No se preocupe, mayor, trataron de cumplir la misión”. Los mercenarios recibieron pagos parciales, pero el millón de dólares prometido al mayor quedó perdido en la montaña de Sonsón.
La vida criminal de Pablo Escobar no solo motivó planes de asesinato entre carteles, sino que dejó una estela de crímenes que tocó las esferas más altas del Estado, según revelaciones en Los Informantes.
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El exmagistrado José Roberto Herrera, quien hizo parte de la Comisión de la Verdad en 1992, recordó que el terror era tan grande que los narcos temían era a la extradición. Los indicios apuntan a Escobar como financiador de la toma al Palacio de Justicia en 1985, en el que se dice que la suma al M-19 ascendió a dos millones de dólares. Aquel día, la única sala reunida era la Constitucional, que debía decidir la constitucionalidad de la Ley Aprobatoria del Tratado de Extradición con los Estados Unidos. Una tremenda coincidencia.
El abogado penalista Gustavo Salazar Pineda, quien defendió a gente del clan, describió a Escobar como "un psicópata, un artista de la maldad". El abogado afirmó que Escobar murió "diezmado económicamente" y que su gran fortuna la dilapidó en la guerra. Asimismo, la crueldad de Escobar se extendía incluso a sus socios.
Por su parte, en una reciente entrevista, el sobrino nieto de Escobar, Daniel Escobar, también habló de lo que significó para él y su familia crecer con la sombra del capo. Daniel, quien nació el mismo año que murió su tío abuelo, relató las peculiaridades de su infancia, viviendo en lo que describió como una jaula de oro. Afirmó que hubo un colegio exclusivo para los hijos de los mafiosos. Daniel relató cómo era la vida cotidiana en esa burbuja: "Afuera de los salones teníamos los guardaespaldas de nosotros esperándonos, cuidándonos, armados porque en el colegio se han entrado armados porque estaban cuidando los hijos de los del cartel de Medellín". Daniel lamentó que, a pesar del tiempo transcurrido, el estigma sigue.
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Los Informantes.