Jaime Herrera Orozco era el capitán del barco mercante San Ramón. Cuando hacía la ruta Guyana -Cartagena sintió que el motor de su embarcación fallaba y tuvo que detenerse en aguas venezolanas. Oficiales de ese país lo detuvieron y le pidieron dinero para dejarlo continuar con el viaje, más adelante, lo acusaron de contrabando.
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Una noche, en febrero de 2020, hombres armados entraron al San Ramón para robarlos, el barco llevaba inmovilizado a la fuerza seis meses y cuando el capitán Jaime Herrera intentó proteger a su tripulación fue asesinado en la cubierta.
Claudia Fortich, su esposa, que lo esperaba con vida, lo recibió en un féretro. Además del dolor de la pérdida de su marido, duró más de un año en busca de un sello en Venezuela, el cual necesitaba para que le reconocieran en Colombia la pensión que le corresponde, una odisea debido a las tensas relaciones diplomáticas de los dos países.