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La diseñadora caleña Johana Rojas ha demostrado a lo largo de su vida que la fortaleza no es una opción, sino una capacidad inquebrantable que siempre la ha caracterizado. Conocida por su resiliencia al enfrentar tres diagnósticos de cáncer con gran resiliencia, la joven mujer se vio obligada a librar una batalla totalmente diferente: la judicial, después de ser víctima de agresión sexual por parte de su expareja, Tomás Velasco.
Este episodio, que confesó fue el momento más duro y vulnerable de su vida, incluso por encima de las amputaciones y las batallas contra el cáncer, ocurrió el 25 de septiembre de 2021. Johana se encontraba en un estado de vulnerabilidad, pues la agresión sucedió apenas nueve meses después de sufrir una compleja fractura en el fémur de su muñón, una lesión que la había dejado en recuperación durante seis meses y que la obligaba a usar bastón en ese momento.
Recientemente, en el podcast Vos Podés, la diseñadora reveló detalles de cómo fue este doloroso episodio. Relató que, tras la agresión, Johana, en medio del shock, logró salir del apartamento de su agresor sin sus pertenencias. Su primera acción fue buscar ayuda inmediata, pidiendo el teléfono al portero de la unidad para comunicarse con sus seres más cercanos.
La respuesta de su familia fue inmediata y fundamental. Su padre, Fernando, y su esposa, llegaron rápidamente. Johana relató que, en medio de su llanto y pánico, le pasaron pañitos húmedos por el rostro para limpiarla y se dan cuenta que lo que tenía eran golpes. Estos golpes en su rostro no se desvanecían, confirmando la brutalidad del ataque. La gravedad de los puños fue tal que existió el miedo de que hubiera sufrido una fractura en la cara, lo que llevó a que fuera trasladada en ambulancia a otra clínica para realizar radiografías.
A pesar de la indignación y el dolor, la prioridad fue la atención médica y la acción legal. Sus padres la condujeron de inmediato a la clínica. Allí se activó de inmediato el protocolo hospitalario para casos de violencia sexual.
Este mecanismo incluyó la administración inmediata de medicamentos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, además de una cita de urgencia con psiquiatra, trabajadora social y un examen exhaustivo de todo su cuerpo. Johana, quien padece el síndrome de Li-Fraumeni y el gen CDH1 que la predisponen a tumores altamente agresivos, tuvo que detener momentáneamente su tratamiento experimental contra el cáncer para poder tomar los medicamentos necesarios derivados de la agresión.
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Johana recuerda la profunda conversación que tuvo con su padre, un hombre que ya había visto a su primera esposa morir de cáncer y que se había esforzado por protegerla de la enfermedad. Su padre, en su rectitud, le pidió una certeza: "Johana, quiero que me digas si todo lo que me estás diciendo pasó de verdad, porque si pasó de verdad nos vamos hasta el fin con esto". Ella le ratificó la verdad de la agresión.
Sin embargo, su padre le sugirió que manejaran el proceso legal en privado, pero Johana tuvo claro que no sería así. “La vergüenza tiene que cambiar de bando, ¿por qué yo lo tengo que mantener privado si el que me violó fue él? ¿por qué yo tengo que sentir vergüenza si el que me violó fue él?", señaló con firmeza. Al día siguiente, interpuso la denuncia ante la Fiscalía.
La diseñadora nació con una herencia genética que la ha enfrentado a la muerte en múltiples ocasiones. Ella padece no solo el síndrome de Li-Fraumeni, heredado de su madre, sino también la mutación genética CDH1, heredada de su padre.
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"Lo extraño de mi condición es que hay personas que tienen el síndrome genético el de Li-Fraumeni, hay otras que tienen el CDH1, pero yo tengo los dos, entonces los dos hacen que los cánceres sean muy agresivos", explicó En Aguas Profundas.
Su madre, María Teresa, murió de cáncer de seno a los 32 años cuando Johana tenía solo seis. Previamente, había perdido a dos tíos maternos, uno a los 12 y otro a los 4 años.
A los 12 años, la enfermedad tocó su puerta: le diagnosticaron osteosarcoma severo. Con solo un 5% de probabilidades de sobrevivir, la única opción viable era la amputación de la pierna izquierda. A pesar del miedo de su padre, Johana tomó difícil decisión pese a su corta edad: "Yo en ese momento dije 'pues ampútenmela', pues como que a mí me gusta mucho vivir, la vida es muy buena, la vida es muy rica, ampútenmela", recordó en Aguas Profundas.
Su actitud fue clave. Recordó el día de la cirugía, cuando le entregó uno de sus zapatos a su papá y le dijo: "Papi coge este zapato. Y él 'pero ¿qué hago con esto?' Y yo 'Bótalo porque ya no lo voy a necesitar", dijo en Vos Podés.
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Johana superó dos cánceres más: dos tumores primarios en un pulmón, que requirieron una lobectomía y quimioterapia. Además, tuvo que someterse preventivamente a una mastectomía bilateral y a la extirpación de sus ovarios, lo que la llevó a una menopausia a los 28 años.
"Es muy duro que me hayan quitado todo lo que para una mujer es importante, pero después entendí que ser mujer no es solo eso, ser mujer es muchas otras cosas", reflexionó con María Elvira Arango. Su prótesis, que inicialmente ocultaba, se convirtió en un símbolo de libertad.
El proceso judicial contra su exnovio, Tomás Velasco, fue arduo y prolongado, extendiéndose por cuatro años. Johana reveló que el acusado intentó desacreditar su testimonio, usando argumentos como que ella era una persona "caprichosa" o que los golpes eran resultado de caídas causadas por su prótesis.
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Asimismo, relató que un amigo cercano testificó en su contra, pese que la visitó en la clínica tras la agresión sexual.
A pesar de que estos argumentos fueron desvirtuados, Johana tuvo que revivir su dolorosa experiencia en repetidas ocasiones, incluso en audiencias que se perdieron o se retrasaron dos años.
Finalmente, en septiembre de 2025, un juez emitió un fallo condenatorio en primera instancia contra su expareja por el delito de acceso carnal violento agravado. La condena inicial fue de 16 años.
Para Johana, el veredicto fue una liberación y una reivindicación, no solo personal, sino para todas las mujeres. "Yo creo que si yo no hubiera hecho eso en ese momento (denunciar) como que hoy en día como que no como que no podría con la culpa porque le hubiera pasado a otra", dijo.
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Aunque la justicia tarda, ella les dice a las mujeres que deben denunciar, recordando que la clave del éxito en su caso fue la evidencia. "Mi recomendación también es que si siguen ahí por lo menos que cojan pruebas porque para mi caso fue fundamental las pruebas", añadió.
Johana Rojas transformó su dolor en una poderosa declaración de vida, entendiendo que no debe preguntarse por qué a mí sino para qué a mí.