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Alfredo Gutiérrez no es solo un nombre en la historia de la música colombiana; es una institución viva que desafía el paso del tiempo con la misma energía con la que revolucionó el género hace décadas. A sus 82 años,este hombre nacido en Paloquemao, Sucre, mantiene intacta la memoria y la destreza necesaria para cargar un acordeón, un instrumento que conoce de memoria desde que tenía cuatro años. Su estatus en el folklore es inigualable: es el único artista que ha logrado coronarse tres veces como Rey Vallenato en el Festival de la Leyenda Vallenata, el certamen más importante de esta tradición en el Caribe. Esto dijo en Los Informantes.
La historia de Alfredo Gutiérrez comenzó el 17 de abril de 1943, en una casa de bareque. Hijo de un juglar y una bailadora de cumbia, el destino de Alfredo estaba sellado por el ritmo de la sabana.Según relata el propio maestro: “Es que mi papá fue de los primeros juglares que vinieron al viejo departamento de Bolívar, que hoy es Sucre, al caserío donde yo nací Sabanas de Beltrán. Fue el primero que amenizó los velorios cantados”, dijo.Esta herencia fue fundamental para su formación empírica, ya que aprendió a tocar observando a su padre y tomando el acordeón a escondidas cuando este se descuidaba.
A los seis años su padre lo llevó a Bogotá en busca de sustento, enfrentando el frío de la capital mientras tocaba en los trolebuses de la época.Esa travesía demás de 30 horas desde Sincelejo marcó el inicio de su carrera internacional, pues poco después formaría parte de Los Pequeños Vallenatos, un grupo infantil que recorrió los países bolivarianos y fue el favorito de presidentes en Ecuador y Venezuela. Sin embargo, su camino no estuvo exento de dolor; a los 15 años perdió a su padre y compañero de música, lo que lo sumió en un silencio creativo que solo se rompió cuando decidió regresar para fundar, junto a otros grandes, Los Corraleros de Majagual.
Gutiérrez es recordado como un innovador que no tuvo miedo de mezclar la esencia campesina con influencias modernas como el rock. En un momento en que el vallenato era visto como una música estrictamente rural, él introdujo arreglos complejos, instrumentos de viento y un bajo eléctrico con volumen alto. Sobre esta transformación, el maestro explica su visión artística: “El vallenato antes de mí era como una campesina muy hermosa, pero que no tenía el traje adecuado para ser presentada en sociedad. Entonces cuando yo tuve conciencia de todo, puse esas letras románticas sin quitarle la esencia, la alegría que tiene el vallenato y la mezclé con la música sabanera”.
Esta audacia lo llevó a explorar géneros como la salsa, la ranchera e incluso versiones de música clásica con sintetizadores.
Uno de los hitos que consolidó su imagen de rockstar ocurrió en el Carnaval de Barranquilla de1970. En medio de una competencia artística donde otros grupos intentaban robarse el show, Alfredo decidió improvisar algo que quedaría institucionalizado para siempre en su repertorio: tocar el acordeón con los pies. El maestro recuerda el momento exacto: “A mí nunca me gustó que me robaran el show y veo como una alfombra debajo de la mesa donde tenían la amplificación y la pongo en el piso y me quito los zapatos y me engancho el acordeón y ahí nació ese show”.
A pesar de sus 82 años, Alfredo Gutiérrez se niega a retirar este acto de sus presentaciones. Aunque reconoce que ya no es alzado por sus asistentes como en el pasado debido a una caída accidental, sigue realizando la maniobra sentado en una silla, demostrando una flexibilidad y coordinación que asombran a nuevas generaciones. “La gente si no les toco con los pies no quedan contentas”, afirmó con orgullo sobre una destreza que incluso dejó atónito al público alemán en concursos internacionales en Colonia y Berlín durante los años90.
La carrera de Gutiérrez también ha enfrentado momentos oscuros, como el incidente en Venezuela donde fue acusado falsamente de irrespetar los símbolos patrios al tocar el himno en ritmo de vallenato. El maestro relató que fue salvado por la intervención de figuras como el maestro Escalona y el expresidente López Michelsen, después de haber sufrido maltratos físicos durante su detención en el estado Zulia. “Me bajé los pantalones. Tenía yo esas esas nalgas negras. Y el veredicto cuando vine aquí de los médicos".
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En la actualidad, el tri rey vallenato no vive de las regalías de sus discos, lo que lo obliga a mantenerse activo en los escenarios con un promedio de cuatro a seis conciertos mensuales.Esta necesidad económica se ha transformado en una oportunidad para conectar con un público joven a través de plataformas como TikTok e Instagram, donde cuenta con millones de seguidores.
Para él, la música sigue siendo su mayor riqueza y su motor vital: “Yo sueño con que Dios me siga conservando esta voz, esta agilidad en los dedos para tocar el acordeón. La inspiración. Eso es lo que yo aspiro. Que la música no me deje a mí, porque yo a ella no la voy a dejar”. Con su memoria intacta y su voz poderosa, el último de los grandes juglares demuestra que, para un rebelde de su talla, la parranda apenas está comenzando.