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La diseñadora caleña Johana Rojas ha cerrado uno de los capítulos más dolorosos de su vida. Tras una espera de cuatro años, un juez emitió un fallo condenatorio en primera instancia contra su expareja por el delito de acceso carnal violento agravado. La noticia no solo representa una victoria personal, sino también un símbolo de esperanza para muchas víctimas de violencia de género en el país.
La propia Johana compartió la noticia con una emotiva publicación en su cuenta de Instagram, confirmando el desenlace del proceso judicial: "Esperar 4 años para escuchar estas palabras, fallo condenatorio en primera instancia. Ver a mi papá fue y será lo más duro de este proceso, ver cómo me acompañó, me creyó, me cuidó en los momentos más difíciles hace que todo haya valido la pena... Sigo llorando de felicidad. Esto es por todas las que hemos sido víctimas de agresi0n sexual y física", escribió junto a un video en el que se registró el momento de la sentencia.
Johana ha enfrentado tres diagnósticos de cáncer, la amputación de una pierna a los 13 años, una doble mastectomía y la extirpación de sus ovarios, todo mientras lidiaba con una condición genética hereditaria que la predispone a desarrollar tumores. Sin embargo, en una entrevista con el programa Aguas Profundas con María Elvira Arango, confesó que la agresión sexual fue, quizás, el golpe más difícil que ha recibido en su vida.
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"Yo he pasado tres cánceres, tengo una prótesis y todo, pero creo que el momento más duro y vulnerable fue la agresión sexual", admitió la diseñadora. Este suceso ocurrió apenas nueve meses después de sufrir una compleja fractura en el fémur de su muñón, que la dejó en recuperación durante seis meses.
La agresión le produjo depresión y ansiedad, pero decidió alzar la voz. En una conversación con su padre, mientras salían de la clínica tras el ataque, él le preguntó: "¿Por qué todo a ti? Papi, no es por qué a mí, es para qué a mí. De pronto yo soy la persona que tiene la fuerza para darle voz a esto", recordó En Aguas Profundas. A partir de ese momento, decidió hacer pública su historia, transformando su dolor en una misión para visibilizar estas situaciones y ofrecer esperanza a otros.
Desde niña, Johana Rojas ha demostrado una fortaleza admirable. Nació en una familia destrozada por el cáncer. Padece el síndrome de Li-Fraumeni, una rara condición que impide que su cuerpo produzca el gen encargado de suprimir tumores, heredado de su familia materna. A esto se suma otra mutación genética, la del gen CDH1, heredada por parte de su padre, que también la hace propensa a ciertos tipos de cáncer.
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"Lo extraño de mi condición es que hay personas que tienen el síndrome genético el de Li-Fraumeni, hay otras que tienen el CDH1, pero yo tengo los dos, entonces los dos hacen que los cánceres sean muy agresivos", explicó En Aguas Profundas.
Esta herencia se manifestó desde muy temprano. Su madre, María Teresa, murió a los 32 años de cáncer de seno y le dejó a su hija, de solo seis años, un diario lleno de consejos que se convertiría en su guía. La familia de su madre también sufrió la pérdida de tíos y una prima, todos antes de los 32 años.
A los 12 años, el cáncer llegó a su vida. Su padre, en un intento por protegerla, le ocultó la gravedad del diagnóstico, pero la enfermedad era agresiva y las quimioterapias no daban resultado. Con apenas un 5% de probabilidades de sobrevivir, la única opción era la amputación. A sus 13 años, ella misma tomó la decisión. "Yo en ese momento dije 'pues ampútenmela', pues como que a mí me gusta mucho vivir, la vida es muy buena, la vida es muy rica, ampútenmela", relató En Aguas Profundas.
Tras un proceso de aceptación, convirtió su prótesis en un símbolo de identidad y estilo, una herramienta de libertad que le ha permitido recorrer el mundo, desde Machu Picchu hasta la Muralla China. "Cuando yo me quité la espuma fue en el momento que yo me reconocí y como que me miré al espejo y fue la primera vez que me reconocí y reconocí mi cuerpo", contó.
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Pero el cáncer regresó. Años después, gracias a los controles que debe realizarse frecuentemente, le detectaron dos tumores primarios en un pulmón, lo que la llevó a una nueva cirugía y a más quimioterapia. Más tarde, como medida preventiva, se sometió a una mastectomía bilateral y a la extirpación de sus ovarios. "Es muy duro que me hayan quitado todo lo que para una mujer es importante, pero después entendí que ser mujer no es solo eso, ser mujer es muchas otras cosas", reflexionó.
La caleña también reveló que una expareja, durante su segundo y tercer diagnóstico de cáncer acabó la relación diciéndole: "Yo no quiero llegar a mis 40 viudo, yo no quiero lidiar con el cáncer en mi vida, yo voy a ser muy exitoso y no puedo estar con alguien cuidándolo de la enfermedad". Esa experiencia, aunque dolorosa, se convirtió en un motor para enfocarse en sus propios sueños y sacar adelante sus empresas de moda.
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Hoy cuenta con una red de apoyo incondicional que incluye a su familia, amigos y su novio, quienes han sido fundamentales para superar los momentos más difíciles tanto médicos como personales.