Nunca antes el robo de una puerta había causado tanta indignación. En ella reposa un grafiti realizado por uno de los artistas contemporáneos más importantes: Banksy.
Antes de ser robada, en 2019, funcionaba como salida de emergencia de Bataclan, sala de conciertos parisina donde se vivió un desgarrador ataque yihadista que dejó 90 personas muertas durante un concierto de Eagles of Death Metal en 2015.
Se trataba de una serie de atentados que esa noche ensombrecieron a la ciudad luz.
Fue transformada sin aviso previo por el británico, cuya obra es inmensamente conocida en el mundo, pero no su rostro. Desde que la intervino dejó de ser solo una puerta, pues por ella numerosas personas lograron escapar aquella noche.
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Por esa pintura hecha en ella, de una niña cabizbaja que recordaba el lamentable episodio y rendía un homenaje a las víctimas, fue robada en enero de 2019. Desde entonces, la buscaban.
Hoy, tras un año y casi cinco meses, la obra fue recuperada en una finca en zona montañosa de la ciudad italiana de L’Aquila. Está intacta, como también la memoria de los alcances del extremismo y la intolerancia.