El alimento, afectado por un insecticida, llegó a estos países desde Holanda. Millones de gallinas podrían ser sacrificadas.
Bélgica, por su parte, prometió "transparencia" tras haberse demorado en dar la alerta sobre la contaminación.
La amplitud del escándalo salió a la luz la semana pasada en Holanda, donde se bloquearon 180 granjas y se ordenaron retiradas masivas, tras descubrir que los niveles de fipronil, una molécula utilizada para erradicar el ácaro rojo en las gallinas, superaba, en algunas ocasiones de largo, los límites autorizados por la reglamentación europea.
En grandes cantidades, el fipronil es considerado como "moderadamente tóxico" para los humanos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y está estrictamente prohibido en los animales destinados a consumo humano.
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La crisis saltó después a Alemania, Suiza y Suecia, donde se retiraron y destruyeron millones de huevos procedentes de Holanda, país que cuenta con casi 50 millones de gallinas ponedoras.
En Reino Unido, la Autoridad de seguridad alimenticia matizó: "El número de huevos es muy limitado y el riesgo para la salud pública muy débil, pero investigamos con urgencia su distribución...".
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Por su parte, el ministerio de Agricultura francés precisó que "trece lotes de huevos contaminados provenientes de Holanda" fueron distribuidos entre empresas de transformación alimentaria ubicadas en el oeste del país.
Algunos criadores holandeses ya comenzaron a eliminar sus aves.
Ya sacrificaron a 300.000 gallinas contaminadas que alcanzaban la edad límite de 18 a 24 meses para la puesta, por lo que estaban excluidas del circuito de transformación alimentaria habitual, según la organización agrícola holandesa LTO.
Entre uno y varios millones de gallinas ponedoras podrían conocer el mismo destino si los criadores consideran que no es rentable mantenerlas vivas al no haber salida para los huevos, advirtió la entidad el domingo.
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Manifestación
Organizaciones holandesas de defensa de los derechos de los animales tenían previsto manifestarse este lunes contra el sacrificio, mediante gaseado de CO2, de 60.000 gallinas previsto en una granja de la provincia de Drenthe (noroeste).
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En los supermercados holandeses, los estantes de huevos tenían poca mercancía o ninguna, después de las retiradas masivas de los últimos días. "Trabajamos con empeño para llenar todo de nuevo", declaró René Roorda, director de la Oficina Central de Comercio de Productos Alimenticios (CBL).
El Gobierno de La Haya prometió un plan de ayuda de emergencia, ya que el sector calcula que las pérdidas podrían ser de "varios millones de euros".
Representantes de explotaciones afectadas en Holanda, Bélgica o Baja Sajonia (oeste de Alemania), ya anunciaron que reclamarán indemnizaciones una vez que se hayan establecido claramente las responsabilidades.
Tanto en Holanda como en Bélgica hay investigaciones penales en marcha sobre el uso fraudulento de fipronil. En la mira de los investigadores están la empresa holandesa especializada en desinfección de granjas ChickFriend, y su proveedor belga Poultry-Vision, según la prensa.
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En Bélgica se sospecha que podrían estar contaminadas 57 empresas representantes de 86 gallineros, un cuarto de las 210 granjas de gallinas ponedoras del país.
Todas son objeto de verificación de sus contratos o contactos con ChickFriend desde el 1 de enero de 2017, indicó Danny Coulier, presidente de la organización belga que agrupa a los criadores de gallinas y conejos.
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De momento, el nivel de fipronil detectado en sus huevos es muy débil, con una media "diez veces inferior" al umbral máximo autorizado.
"Problema" conocido
El sábado, la Agencia Federal belga para la Seguridad de la Cadena Alimentaria (Afsca) reconoció que tenían conocimiento desde junio de un "problema de fipronil en el sector avícola", pero no informó a los países vecinos por un sistema de alerta europeo hasta el 20 de julio.
La Afsca justifica esta discreción, que no le impidió retirar huevos de algunos supermercados en julio, por la necesidad de respetar el "secreto de instrucción".
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Pero "eso no es un argumento: deben prevalecer la protección del consumidor y el principio de precaución", criticó este lunes el ministro belga de Agricultura, Denis Ducarme, en la radio pública La Première.
Ante las críticas de la oposición y los reclamos de su homólogo alemán, solicitó un "informe detallado" en 48 horas a la Afsca y prometió "lograr la mayor transparencia" posible.
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