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El mundo se sigue sorprendiendo ante los hallazgos que se hacen a casi 40 años del accidente nuclear en Chernóbil. Recientemente, fue la organización Dogs of Chernobyl la que dio a conocer una posible nueva consecuencia del accidente en los perros que aún habitan en el lugar.
La organización Dogs of Chernobyl se ha encargado, a lo largo de los últimos años, de alimentar y proporcionar atención veterinaria a los más de 700 perros que habitan en la zona en la que estaba la planta nuclear. A través de sus redes sociales, dieron a conocer que está ocurriendo algo muy extraño con los canes.
Revelaron que hay tres perros que en las últimas semanas cambiaron su pelaje y ahora son de color azul. "No eran azules la semana pasada. No sabemos la razón y estamos intentando capturarlos para averiguar qué está ocurriendo", escribieron en el comunicado con el que dieron a conocer la noticia.
Mientras se está a la espera de noticias que puedan explicar lo que le está sucediendo a estos animales, la organización ya tiene algunas hipótesis. "Lo más probable es que hayan estado en contacto con algún químico", plantearon. También aseguraron que, por lo que han podido observar, los perros azules se ven activos y en buen estado de salud.
Los perros de los que suele encargarse esta organización son descendientes de mascotas que quedaron abandonadas cuando Chernóbil fue evacuada tras el accidente nuclear ocurrido en 1986 en la planta Vladimir Ilich Lenin. El área de exclusión todavía es de unos 47 kilómetros cuadrados, donde se ha identificado que los niveles de radiación superan hasta seis veces el límite permitido para trabajos humanos. Estos perros, por su parte, han logrado adaptarse.
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Cabe resaltar que esta no es la primera vez que se habla de los perros que habitan en Chernóbil. En 2023 se conoció que el investigador Norman J. Kleiman, de la Universidad de Columbia, analizó la sangre de 116 caninos e identificó varias mutaciones genéticas en los mismos que explicaban su resistencia a la radiación.
El 26 de abril de 1986, la Central Nuclear de Chernóbil, situada cerca de la ciudad de Prípiat en la entonces República Socialista Soviética de Ucrania, se convirtió en el escenario del peor accidente nuclear civil de la historia. La catástrofe tuvo su origen en una prueba de seguridad mal concebida y ejecutada en el reactor número 4, un diseño del tipo RBMK (reactor de condensador de alta potencia) que ya presentaba fallas inherentes y carecía de una estructura de contención adecuada.
Esto desencadenó dos violentas explosiones, destruyendo el reactor y exponiendo su núcleo al aire. Las explosiones y el subsiguiente incendio del grafito expelieron una gigantesca columna de material altamente radiactivo, incluyendo isótopos peligrosos como el cesio-137 y el estroncio-90, que se esparció por la atmósfera. Esta nube tóxica se extendió inicialmente sobre vastas áreas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia, y luego alcanzó otras partes de Europa.
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Las consecuencias inmediatas y a largo plazo del desastre han sido inmensas. Cientos de miles de personas fueron expuestas a altos niveles de radiación, y se ordenó la evacuación permanente de Pripiat y otras localidades dentro de un radio de exclusión. Aunque las cifras de muertes directamente atribuibles son debatidas, el impacto en la salud humana, en forma de un aumento de los casos de cáncer de tiroides y otras enfermedades, es innegable.
MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL