El Tribunal de Apelación de Casablanca condenó a dos periodistas marroquíes a seis y un año de cárcel, respectivamente, por un delito de violación de una colega periodista, en uno de los juicios que mayor atención mediática ha despertado en los últimos tiempos.
Omar Radi, el principal acusado, ha sido condenado a seis años de cárcel por la violación de Hafsa Boutahar -relación que él asegura que era consentida-, mientras que su colega Imad Stitou ha sido condenado a un año, la mitad de él en libertad condicional, por no denunciar el delito anterior.
Radi y Stitou también fueron condenados a pagar, de forma solidaria, una indemnización de 100.000 dirhams (18.000 euros) por daños y perjuicios.
Al escuchar la sentencia, la mayoría de la sala, donde abundaban los amigos y familiares de los dos periodistas, estalló en sollozos o en gritos como "Esta es la justicia de las torturas, no la de las libertades".
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Las protestas de los presentes en el juicio, muchos de ellos vestidos con camisetas que llevan la foto de Radi, continuaron luego fuera del tribunal mientras gritaban eslóganes que denunciaban un ajuste de cuentas con periodistas críticos con el poder.
Los hechos juzgados se remontan a una noche de julio de 2020, cuando Radi y Boutahar, que trabajaban juntos en un medio digital, tuvieron relaciones sexuales, consentidas, según él. La única persona que pudo haber establecido la verdad era Imad Stitou, presente en la habitación, pero el tribunal lo declaró cómplice y ya no pudo comparecer como testigo.
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Además de la acusación de violación, Radi estaba perseguido por atentar contra la seguridad del Estado por "recibir fondos extranjeros relacionados con servicios de espionaje", pero ha primado la condena más dura, que era la de la agresión sexual.
El abogado de los dos periodistas, Milud Qandil, dijo que era una sentencia "muy dura" y subrayó que van a apelarla. Mientras, Aicha Guelaa, abogada de la denunciante, también señaló que apelará la sentencia para reclamar mayor indemnización por los perjuicios que dijo sufrir Hafsa Boutahar por "el daño psicológico, el trauma que sufrió tras los hechos y por la difamación que sufrió por los acusados".
El juez había concedido a Radi un último turno de palabra antes de retirarse a deliberar sobre el veredicto.
Ante una gran expectación, Radi criticó a la Fiscalía por ponerse contra él "sin plantearse la posibilidad de que podría ser inocente", al tiempo que aseguró que los contactos que le valieron la acusación de espionaje formaban parte del ejercicio de su labor periodística.
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Al mismo tiempo, volvió a describir con detalles que la relación que mantuvo con Boutahar fue consentida, negando que la agrediera sexualmente.
"Me siento orgulloso de mis padres (presentes en la sala) que se han convertido en el símbolo de la lucha contra la detención política en Marruecos", dijo Radi.
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Su colega Imad Stitou lamentó ante el juez haber sido considerado cómplice cuando él mismo se presentó ante el tribunal como testigo.
"No he defendido a mi amigo, yo he defendido la verdad, y hoy me castigan por eso, porque he rechazado dar un falso testimonio y me he aferrado a la verdad conociendo las consecuencias", deploró Stitou.
Radi, que acaba de cumplir 35 años, es periodista y militante de derechos humanos izquierdista. Ha colaborado con varios medios nacionales e internacionales, y en 2013 ganó un premio de periodismo de investigación.
Uno de sus trabajos más notables lo hizo en 2016, cuando publicó un informe sobre los altos responsables marroquíes que habían adquirido terrenos estatales a precios bajos, que tuvo mucha repercusión mediática entonces.