Los dos Gobiernos aseguran que en las residencias de sus diplomáticos fueron instalados dispositivos que emitían sonidos y estos les causaron problemas de salud.
Pérdida de la audición, náuseas, dolores de cabeza y, en algunos casos, daños cerebrales sufrieron quince empleados de la embajada estadounidenses y uno de la canadiense en la isla de Cuba.
El hecho ocurrió a finales de 2016 en medio de la transición de la administración de Barack Obama a la de Donald Trump.
Se cree que en sus domicilios fueron instalados aparatos que emitían sonidos, a veces inaudibles, que les causaron problemas de salud, por los cuales fueron trasladados a Miami para ser tratados. Hoy se conocen nuevos detalles.
“En algunos casos se limitaban sólo a las habitaciones dentro de una casa o, incluso, sólo partes de una habitación. Algunos diplomáticos dijeron que se despertaban en medio de la noche escuchando ruidos agudos a pocos metros de su cama, pero al despertar los sonidos se detenían y al volver a la cama iniciaban de nuevo”, afirma Josh Lederman, periodista de la agencia Associated Press.
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Investigadores estadounidenses aún no han determinado qué causó los ataques o qué tipo de dispositivo fue responsable, pero se estudian diferentes teorías.
“Los investigadores evalúan varias posibilidades para encontrar quién está detrás de esto: el gobierno cubano, las Fuerzas de Seguridad cubana, un tercer país o, tal vez, una combinación de ellos (…) también han estado considerando la posibilidad de que sea algo ambiental”, añade Lederman.
Por su parte, el gobierno de Cuba asegura que nunca ha permitido que en la isla se realicen acciones contra representantes diplomáticos.
Updated: septiembre 14, 2017 02:50 p. m.