Israel ha adoptado el primer paso para penalizar el uso o abuso de términos relacionados con el Holocausto, como la palabra "nazi", si no es en un contexto educativo, lo que ha originado un agrio debate en torno a la libertad de expresión.
Según un proyecto de ley en ciernes, se castigará con hasta seis meses de prisión y el pago de una multa de 100.000 shékels (unos 28.000 dólares o 21.000 euros) a todo aquel que utilice la palabra "nazi", así como otros símbolos del Tercer Reich "de forma equivocada e inapropiada".
Sus defensores argumentan que se trata de la respuesta al aumento del antisemitismo en el mundo, al que se suma el exagerado empleo en Israel de expresiones relacionadas con el Holocausto en el día a día, tanto en el ámbito de la política, como entre la juventud.
"La libertad de expresión no es absoluta, sino relativa (...) Aquí ha superado todos los límites, debemos protegernos de esta irresponsable libertad de expresión que eventualmente perjudica a la gente", declaró Shimon Ohayón, autor del proyecto y miembro del partido ultraderechista "Israel Beitenu".
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En opinión del legislador, el Estado judío debe poner coto al uso de símbolos nazis, así como lo hacen numerosos países: "Mientras Israel no prohíba ese uso, no podemos quejarnos del fenómeno".
Pese a que más de una docena de países europeos cuentan con una legislación muy dura contra el empleo de simbología nazi, en Israel no existe hasta ahora.
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Sin embargo, el calificativo "nazi" sí puede ser llevado a los tribunales en casos de incitación a la violencia o por difamación.
Los críticos de la nueva iniciativa arguyen que supone un varapalo para la libertad de expresión y es realmente difícil hacerla cumplir en un país que se estableció a la luz del Holocausto y se precia de ser una consolidada democracia en una volátil región.
La propuesta ha sido motivada por varios incidentes, los más recientes, protestas de ultra-ortodoxos con parches amarillos con la estrella de David en el brazo, algunos incluso vestidos con uniformes de rayas blancas y negras como los empleados en los campos de concentración.
No son tampoco extraños los insultos de "¡Nazi!" a los miembros de las fuerzas de seguridad por parte de comunidades ortodoxas o colonos radicales, o el más impactante grafiti hecho presuntamente por judíos antisionistas en el museo Yad Vashem que rezaba: "Hitler, gracias por el Holocausto".
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Otro recuerdo grabado a fuego en la retina colectiva israelí fueron las manifestaciones durante el proceso de paz de Oslo en las que se mostraron fotos del exprimer ministro Isaac Rabin vestido con uniforme de las SS, meses antes de ser asesinado en 1995.
La nueva ley trata de abordar igualmente la banalización del Holocausto por el abuso de términos y su temática en la sociedad israelí, donde forman parte del debate político de forma recurrente.
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El primer ministro, Benjamín Netanyahu, por ejemplo, invoca al genocidio periódicamente al advertir de la amenaza nuclear iraní.
En un artículo titulado "A veces 'nazi' es la palabra correcta", Etgar Keret, hijo de supervivientes del Holocausto, afirma con cinismo que el Gobierno israelí considera el término "un arma de destrucción no menos letal que la nuclear de Irán, por ello insiste en el derecho básico de Israel a protegerse de la amenaza".
A la par que numerosos políticos recurren con frecuencia al Holocausto sin tener demasiado en cuenta su efecto en víctimas y supervivientes de la barbarie nazi, rechazan tajantemente comparaciones entre lo que aconteció a los judíos en Europa con las políticas de Israel hacia los palestinos.
El abuso de esta terminología también afecta a círculos juveniles, en los que muchos emplean la palabra "Shoá" (Holocausto, en hebreo) para referirse a desastres cotidianos, ello a pesar de que miles de escolares viajan a Auschwitz y otros campos de exterminio como parte del programa educativo.
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"La ley es estúpida, no la necesitamos, somos un país que sabe mejor que nadie lo que sucedió al pueblo judío en el Holocausto. Cada día lo recordamos", dijo la diputada Mijal Rozin, del partido de izquierdas Meretz, al criticar un proyecto que debe pasar aún un agrio debate y tres lecturas en el Parlamento antes de convertirse en ley, después de no haberlo conseguido en 2012.
Como término intermedio, el presidente del Museo del Holocausto, Avner Shalev, propuso la "educación" como vía para resolver el "abuso y mal uso" de toda esta terminología.
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"El lenguaje que usamos tiene un impacto, y como sociedad deberíamos ser conscientes del poder de las palabras y de los símbolos. Yo preferiría (resolver el problema) con la educación y a través del debate público, creando una atmósfera en la que estos términos no sean abusados y mal usados", dijo Shalev.