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Entierran a cachalote varado en playa de Uruguay

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El animal será enterrado en un lugar que será marcado y los científicos esperan recuperar su esqueleto. "Pero habrá que esperar dos o tres años", dijo a The Associated Press Alberto Ponce de León, director del Departamento de Mamíferos Marinos de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos.

El cuerpo del animal, que apareció el sábado en aguas costeras de la playa Carrasco, había sido antes sacado hasta la orilla con la ayuda de excavadoras, palas mecánicas y el esfuerzo de 30 miembros de la Armada y la alcaldía de Montevideo.

Aunque estos animales suelen ser llamados ballenas, la presencia de dientes en su mandíbula inferior indica que se trataba de un cachalote, el único de los grandes cetáceos que los tiene. Justamente, la mandíbula dentada fue separada del cuerpo y reservada por los científicos.

"Se trata de un ejemplar adulto de la especie physeter macrocephalus, un macho de 16,60 metros y peso estimado de entre 20 y 25 toneladas. No tiene heridas de importancia en el cuerpo, ni golpes. Es claro que es un animal que perdió su orientación", dijo Ponce de León.

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El científico explicó que estos animales son frecuentes en aguas oceánicas uruguayas y que existe una población numerosa frente a las cercanas costas del norte de la provincia de Buenos Aires, Argentina.

Ponce de León recordó que en 1994 un cachalote todavía vivo encalló en la playa de San Francisco, departamento de Maldonado, y fue liberado para volver a encallar moribundo en la misma playa horas después. Contra la opinión de los técnicos, el entonces ministro de Medio Ambiente ordenó que el animal fuera remolcado mar adentro.

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Pocos días después el cuerpo del cachalote apareció muerto en la costa. Otro de estos enormes cetáceos encalló sin vida en una desierta playa del departamento de Rocha en el invierno de 2006 sin que la información se hiciera pública, dijo el funcionario.

En 2004 una ballena muerta encalló en el balneario de Punta del Este y las dificultades para deshacerse del animal provocaron una invasión de mal olor que se prolongó durante días y que incluso inspiró una novela del escritor Jorge Burel, llamada "El ministro y la ballena".

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