Alexis y Amanda Feliciano son dos hermanas que solo tenían 4 y 6 años cuando su madre murió en el piso 96 de la torre norte en los atentados del 11-S . Los recuerdos que tienen de Rosa María viven en las historias que cuenta su familia.
Amanda, la hija mayor de una de las casi 3.000 víctimas fatales que dejaron los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, recordó que el día que falleció su mamá llegó “a la casa de mi abuela y vi a mi tía Blanca, mi abuela y mi papá llorar en la cocina”.
Dos décadas después no ha sido fácil aceptar que ella ya no está.
Rosa María era una contadora divertida y luchadora, como la describe su familia, que murió a los 31 años en los atentados del 11-S. Tenía proyectos e ilusiones que no pudo cumplir.
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“Yo sentí como que se me fue la mitad de mi corazón porque ella era mi hermana la pequeñita y yo ayudé a mi mamá a criarla”, dice su hermana Blanca Morales.
Para honrar la memoria de su mamá, Alexis va “a la universidad de premedicina porque quiero convertirme en una doctora”.
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Amanda, por su parte, estudia para ser consejera en salud mental infantil.
“Estando en la universidad tenemos que reflexionar mucho en nosotros mismos y me hace pensar en esto todo el tiempo y me gustaría mucho poder ayudar a los niños que perdieron a sus padres o sus familiares siendo jóvenes”, afirma.
Mientras tanto, como cada año, la familia Feliciano visita a Rosa María en el número 16 de la fuente norte, donde se encuentra grabado el nombre de esta víctima que falleció en 2001 en los atentados del 11-S.