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El Sol es una estrella situada en el centro de nuestro sistema solar. Es una gigantesca bola de plasma que brilla con luz propia y es el objeto más grande de nuestro sistema, con un diámetro de aproximadamente 1,39 millones de kilómetros. Representa más del 99% de la masa total del sistema solar. Por su gran importancia para la vida humana, la NASA ha pasado décadas investigando sus enigmas.
El Sol está compuesto principalmente de hidrógeno (74,9%) y helio (23,8%), con pequeñas cantidades de otros elementos como oxígeno, carbono, neón y hierro. Su energía proviene de la fusión nuclear en su núcleo, donde el hidrógeno se convierte en helio, liberando una enorme cantidad de energía en forma de luz y calor.
El destino del Sol y su impacto en la Tierra, aunque lejano en términos humanos, es un tema fascinante para los astrónomos. Según estudios recientes de instituciones como la NASA y la Universidad de Warwick, el Sol tiene aproximadamente 5.000 millones de años antes de agotar su combustible nuclear, iniciando su transformación en una gigante roja y, finalmente, en una enana blanca.
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El Sol es una estrella de tipo espectral G que lleva aproximadamente 4.500 millones de años brillando. En su núcleo, la fusión nuclear transforma hidrógeno en helio, generando la energía que mantiene el equilibrio entre su gravedad y la presión de radiación. Sin embargo, cuando el hidrógeno en el núcleo se agote, el Sol entrará en una etapa crítica, según estudios de la NASA:
"Como toda estrella, el Sol es una gran bola de plasma, un gas muy caliente compuesto principalmente de hidrógeno. Eventualmente el Sol consumirá todo este químico en su interior y, cuando esto suceda, no tendrá más combustible para detener el proceso de fusión de energía. Entonces, el Sol se convertirá en una gigante roja, luego se encogerá y será una enana blanca", explicó en X el físico espacial Cristian Ferradas Alva de la NASA.
El proceso de expansión del Sol tendrá consecuencias catastróficas para los planetas interiores:
Incluso antes de llegar a esta etapa final, el aumento gradual de la luminosidad del Sol podría hacer que la Tierra sea inhabitable en tan solo 1.000 millones de años, mucho antes de que ocurra la transformación en gigante roja.
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"Estoy seguro de que el Sol se tragará a Mercurio y Venus, y no a Marte. Pero el destino de la Tierra, que se encuentra en el medio, es menos claro", expresó el astrónomo Dimitri Veras de la Universidad de Warwick en colaboración con la NASA.
Una gigante roja es una fase en la evolución de una estrella de masa baja o intermedia (menos de 8-9 masas solares). Cuando una estrella agota el hidrógeno en su núcleo, comienza a fusionar hidrógeno en una capa alrededor del núcleo de helio inerte. Este proceso hace que la estrella se expanda significativamente y su superficie se enfríe, adquiriendo un tono rojizo. Las gigantes rojas pueden tener radios de decenas a cientos de veces mayores que el del Sol y son mucho más luminosas debido a su gran tamaño.
Por otro lado, una enana blanca es el remanente estelar que queda cuando una estrella de masa menor que 10 masas solares ha agotado su combustible nuclear y ha expulsado sus capas exteriores en una nebulosa planetaria. Las enanas blancas son extremadamente densas y calientes, pero con una luminosidad muy baja. Una cucharadita de materia de una enana blanca podría pesar tanto como un elefante en la Tierra. Estas estrellas representan la etapa final en la evolución de la mayoría de las estrellas, incluido nuestro Sol.
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Dado que la vida en la Tierra se volverá insostenible antes de la fase final del Sol, los científicos plantean la necesidad de buscar alternativas en el espacio: