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Falleció Ariel Sharon, exprimer ministro de Israel

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Hijo de inmigrantes rusos, nació el 27 de febrero de 1928 en la comunidad agrícola de Kfar Malal, 16 kilómetros al norte de Tel Aviv. A los 14 años se unió a la Haganá, una unidad que fue precursora de las fuerzas de defensa del estado judío. Comandó una brigada de infantería en la guerra de 1948.

Fue una escena típica de Ariel Sharon: con su voluminoso cuerpo bamboleándose detrás de una barrera de soldados antimotines, el ex general encabezó una marcha hacia un sitio sagrado de Jerusalén que se disputan desde siempre árabes e israelíes.

Esa marcha motivó un alzamiento palestino que estancó las negociaciones de paz.

Cinco años más tarde, Sharon se halló nuevamente detrás de una muralla de agentes de seguridad, esta vez como primer ministro. Y los guardias no lo protegían de los palestinos sino de extremistas judíos enfurecidos por su decisión de abandonar la Franja de Gaza.

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Sharon siguió adelante con su iniciativa y forzó la partida de 8.500 colonos judíos, iniciando un nuevo capítulo en la búsqueda de la paz.

Sharon fue uno de los líderes que más impacto tuvo en la historia de Israel, si no el que más. Fue un agricultor que tomó las armas, un soldado que se dedicó a la política, un político que alcanzó la estatura de un estadista, un israelí impetuoso que erigió asentamientos en territorios capturados por la fuerza y los destruyó cuando consideró que ya no eran útiles.

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Sin embargo, el 4 de enero del 2006, cuando buscaba la reelección y había puesto en marcha un proyecto que le cambió la cara a Oriente Medio, sufrió un derrame cerebral agudo que lo dejó en estado de coma durante ocho años hasta que murió el 9 de enero de 2014 a los 85.

La retirada de Gaza y la construcción de una barrera entre Israel y la Margen Occidental cambiaron radicalmente las cosas, pero Sharon no pudo completar su obra.

Había vivido todas las etapas del conflicto de Oriente Medio, incluidas las escaramuzas iniciales y cinco guerras. En una de ellas cayó en desgracia. En otra fue considerado el salvador de la patria.

Durante toda su vida se opuso a hacer concesiones a los árabes, pero terminó cediendo territorios y ofreciéndoles a los palestinos un estado propio.

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La suya fue una vida llena de sorpresas, la más grande de ellas su elección como primer ministro en el ocaso de su carrera. Como gobernante, al principio se dedicó a aplastar una revuelta palestina y luego dispuso la retirada de Gaza.

La retirada liberó a 1.300.000 palestinos del control militar israelí y dejó a sus sucesores un proyecto un tanto impreciso para lograr la paz con los árabes.

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Tras la retirada de Gaza, Sharon volvió a estremecer las estructuras de la política israelí al abandonar el Likud, el partido de línea dura que había ayudado a fundar tres décadas atrás. Creó un partido centrista, llamado Kadima, mediante el cual se proponía sacar adelante su proyecto de lograr la paz con los palestinos y establecer fronteras fijas.

Bajo la conducción de su sucesor, Ehud Olmert, Kadima no logró los resultados esperados y surgió otra coalición de gobierno débil. Y en julio del 2006, mientras Sharon yacía en su lecho de un hospital, el conflicto dio un brusco giro cuando las tensiones latentes dieron lugar a una feroz ofensiva militar israelí en el Líbano y bombardeos de ciudades israelíes por parte de la milicia Jezbolá.

Sharon, a quien sus compatriotas llamaban "Arik", participó en la mayoría de las guerras que libró su país, se hizo fama de ser un genio militar y fue uno de los abanderados de la campaña para establecer asentamientos en Cisjordania y la Franja de Gaza. Detestaba a Yaser Arafat, el adversario de toda su vida, a quien consideraba un "obstáculo para la paz". A su vez, era detestado por todo el mundo árabe. Los israelíes lo consideraron un héroe de guerra. Para sus enemigos fue un criminal de guerra.

Como soldado, Sharon apeló a tácticas osadas y en algunas ocasiones se negó a acatar órdenes. Como político le decían la "aplanadora", un hombre que ignoraba a sus detractores y lograba resultados.

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Su tendencia a hacer las cosas por su propia cuenta marcó su segundo período como primer ministro. Impaciente por el estancamiento en las negociaciones de paz, optó por separar a Israel de los palestinos, cuya tasa de nacimientos era superior a la de los israelíes. Cedió Gaza, con sus 21 asentamientos judíos, y cuatro asentamientos de la Margen Occidental. Fue la primera vez que Israel se retiró de los territorios capturados en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Esto, sumado a la construcción de una barrera de muros y vallas que erigió entre Israel y la Margen Occidental, hizo que muchos pensasen que su verdadera intención era dejar de lado las negociaciones con los palestinos y asegurarse el control de lo que realmente le interesaba: sectores de Cisjordania que tienen un valor bíblico para los judíos y sirven además como zona de contención en caso de un ataque desde el este.

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Sharon personificó al granjero-combatiente que pasó a ser figura central del estado judío nacido de las cenizas del Holocausto.

Tempranamente, se hizo fama de no respetar las reglas.

En 1953 comandó la Unidad 101, una fuerza creada para tomar represalias por los ataques de los árabes. Luego del asesinato de una mujer israelí y sus dos hijos, esa unidad destruyó 40 viviendas en Quibya, una localidad de la Margen Occidental gobernada entonces por Jordania. En la acción murieron 69 árabes.

Sharon dijo que pensó que no había gente en las viviendas.

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Luego de la invasión de la península del Sinaí de 1956, se acusó a Sharon de forzar una batalla innecesaria con fuerzas egipcias en las que murieron 30 soldados israelíes.

Junto a las críticas llovieron también elogios, particularmente por su desempeño en la Guerra de los Seis Días, en que Israel capturó la Margen Occidental, la Franja de Gaza, la península del Sinaí y las Alturas del Golán.

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Su momento más brillante como militar, según él mismo, se produjo en la Guerra de Yom Kipur en 1973, cuando al frente de 27.000 soldados hizo una osada incursión a territorio egipcio a través del Canal de Suez. Aisló a unidades egipcias y abrió las puertas a la victoria de Israel.

Ya volcado a la política, apeló a la fuerza de su personalidad para formar el Partido Likud, aglutinando a una serie de agrupaciones enemistadas entre sí. Cuatro años después, el Likud llegó al poder, poniendo fin a 29 años de gobierno del Partido Laborista, más moderado.

Sharon fue ministro del gobierno de Menajem Beguín y promovió sus puntos de vista intransigentes. Votó en contra del histórico acuerdo de Camp David que Beguín firmó con Egipto y que fue el primer acuerdo de paz entre Israel y un país árabe.

La prueba más dura que tuvo que enfrentar Sharon en su tumultuosa carrera se produjo en 1982, cuando como ministro de Defensa dirigió una invasión al Líbano que inicialmente fue pintada como una incursión rápida, de alcances limitados, pensada para expulsar a combatientes palestinos de la frontera norte con Israel.

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Más adelante se supo que Sharon tenía otros objetivos: instalar un régimen pro-israelí en el Líbano. El conflicto se expandió rápidamente e Israel permaneció 18 años en el Líbano.

En septiembre de 1982, una milicia cristiana aliada de los israelíes ingresó a los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila y mató a cientos de personas, mientras unidades israelíes apostadas en las vecindades no hacían nada. Una comisión investigadora en Israel dictaminó que resultaba "imposible justificar el que el ministro de Defensa haya ignorado el peligro de una masacre" y Sharon fue despedido de esa cartera.

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Sharon, quien jamás aceptó responsabilidad alguna en la matanza, permaneció en el gobierno como ministro sin cartera y lentamente se fue rehabilitando.

Sirvió en el Parlamento y tuvo varios puestos en el gabinete. Impulsó la construcción de decenas de asentamientos en la Margen Occidental y en Gaza a pesar de las protestas internacionales.

Siento ministro de Relaciones Exteriores en 1998, exhortó a los colonos judíos a que se apoderasen de la mayor cantidad de territorios posible antes de que se llegase a un acuerdo con los palestinos.

"Todo lo que tomemos quedará en nuestras manos, todo lo que no tomemos quedará en las manos de ellos", expresó.

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Poco después encabezó una polémica visita al Templo del Monte, o Haram as-Sharif, que se disputan israelíes y árabes. Ello motivó una rebelión en la que murieron más de 3.000 palestinos y 1.000 israelíes.

Hacia febrero del 2001 continuaban los combates y no había perspectivas de paz. Cundió la desesperanza en Israel, donde todos tendían a responsabilizar a Arafat por el estado de cosas. Ansiosos por tener un líder fuerte, los israelíes designaron primer ministro a Sharon, con una victoria abrumadora.

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Los combates continuaron en el primer término de Sharon, quien fue reelegido para un segundo período en el 2003.

Ese mismo año, mientras las poblaciones israelíes sufrían una ola de ataques suicidas lanzados desde Cisjordania, Sharon comenzó a construir barreras.

Era una idea a la que se había opuesto, por temor a que fuese interpretada como una renuncia tácita de Israel a la Margen Occidental. Pero surgían indicios de una transformación en Sharon.

A fines del 2003 dio a conocer un plan de retiro unilateral de territorios que ya no consideraba útiles, sin que hubiese un acuerdo con los palestinos.

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"Nos interesa llevar a cabo negociaciones directas, pero no queremos que la sociedad israelí sea un rehén en manos de los palestinos", explicó el primer ministro.

La muerte de Arafat en el 2004 hizo que Sharon pudiese lidiar con una conducción palestina más moderada. Y en un discurso dejó caer una verdadera bomba: por primera vez dijo que la presencia de Israel en la Margen Occidental y en Gaza constituía un "ocupación" y admitió que era inevitable la creación de un estado palestino independiente.

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La retirada, sin embargo, no tuvo el alcance que había contemplado su predecesor y no resultó aceptable ni siquiera para los palestinos moderados.

Si bien Sharon prometió reanudar las conversaciones de paz, también se mantuvo firme en su posición de que Jerusalén seguirá siendo la capital de Israel "eternamente".

Detrás de su imagen pública un tanto tosca, quienes lo conocían decían que tenía un agudo ingenio, era carismático y le gustaba la buena comida y la música clásica.

Enviudó dos veces y tenía dos hijos. Un tercer hijo murió en 1967 en un accidente con un arma de fuego.

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