Luego de cuatro semanas en el poder, Donald Trump lanzó un nuevo ataque contra la prensa y tuvo críticas para el gobierno Obama.
En el prestigioso East Room de la Casa Blanca, el septuagenario presidente reflexionó en voz alta sobre el espectro de un "holocausto nuclear", lanzando dardos envenenados a diestra y siniestra durante una hora y media de una conferencia de prensa de un tono volcánico nunca antes visto en la sede del ejecutivo estadounidense.
Combativo, pero visiblemente irritado también, el magnate de bienes raíces defendió los inicios de su gobierno, y arremetió contra los medios, la justicia e incluso contra la oposición demócrata, a la cual acusó de ser mala perdedora y sabotear su gestión.
La nueva administración Trump "funciona como una máquina bien aceitada", lanzó el presidente, contra toda evidencia.
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Los primeros pasos de este novato en política al timón de la primera potencia mundial han sido de hecho agitados: millones de personas manifestando en las calles al día siguiente de su investidura, un fulminante revés judicial a su decreto antiinmigratorio y la renuncia de su principal asesor de seguridad.
Asegurando que heredó un "desastre", Trump afirmó, enumerando la seguidilla de decretos que firmó en la Oficina Oval, que nunca antes una presidencia había hecho tanto en tan poco tiempo.
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"Las personas lo entienden, la mayoría de los medios, no. O más bien, sí lo entienden, pero no lo escriben", añadió, etiquetando al chivo expiatorio del momento: la prensa.
La carga contra los medios, vestida de todos los tonos, fue violenta, a veces colérica.
¿Su objetivo? Dirigirse a quienes lo llevaron al poder, sin la molesta interferencia de periodistas: "Estoy aquí para llevar mi mensaje directamente al pueblo (...) porque muchos periodistas de nuestro país no les dirán la verdad y no tratarán a la maravillosa gente de nuestro país con el respeto que merecen", señaló.
"Ustedes son gente deshonesta"
Al evocar un "nivel de deshonestidad fuera de control" en la prensa, Trump retomó sus expresiones de la campaña electoral que hacían las delicias de sus seguidores y que estigmatizan a las élites de las costas Este y Oeste como habitantes de una burbuja, insensibles a los quehaceres del Estados Unidos verdadero.
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"Lamentablemente la mayoría de los medios, en Washington, pero también en Nueva York y Los Ángeles, no hablan por la gente sino por los intereses especiales y por quienes se benefician de un sistema que está obviamente roto", señaló el mandatario.
"Ustedes son gente deshonesta", dijo más tarde dirigiéndose a los periodistas. "El público ya no les cree", añadió.
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"¡Siéntate!", le lanzó a un periodista que intentaba profundizar tras hacer una pregunta. "¡Cállate!", le dijo a otro.
En medio de las preguntas, Trump evaluó como podrían lucir sus próximos encuentros con los periodistas.
"No estoy despotricando ni desvariando", previno. "La estoy pasando bien", advirtió.
Pero bombardeado por preguntas sobre los vínculos de su equipo con la Rusia de Vladimir Putin, y de supuestos contactos durante su campaña con los servicios secretos rusos, Trump se enfadó.
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"¡No tengo nada que ver con Rusia!", exclamó.
"Las filtraciones de información son reales, las noticias son falsas", añadió en relación a la avalancha de reportes de prensa que pintan un cuadro cada día más perturbador de sus relaciones con el presidente ruso.
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En medio de un ruido indescriptible, un periodista se sorprendió de esa extraña fórmula: ¿Si las filtraciones son reales y contienen hechos probados, como los reportes noticiosos pueden ser falsos?
Es el "tono", respondió el presidente, denunciando el "odio" del que él es objeto, salvando como es costumbre a un solo medio: Fox News, la cadena de televisión favorita de los conservadores estadounidenses.
"No soy una mala persona"
Cuando su argumento de que obtuvo la mayor victoria en número de votos electorales desde Ronald Reagan fue desmentido por un periodista, el mandatario lanzó: "Es lo que me han dicho".
Y entre dos ataques a miembros de la administración de Barack Obama por diseminar "falsas informaciones", acotó: "Yo no soy una mala persona".
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"No es Donald Trump quien dividió al país", señaló. "Vivíamos ya en un país dividido", destacó.
Y aunque repitió que los sondeos no son indicadores fiables, Donald Trump, muy sensible a su imagen como todos sus antecesores, mantiene un ojo en las encuestas, un departamento poco halagador para la exfigura de televisión.
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Según un sondeo del instituto PEW publicado el jueves, su popularidad después de un mes en el poder es menor que la de los cinco anteriores ocupantes de la Casa Blanca, demócratas o republicanos.
En total, 39% de los estadounidenses aprueban sus acciones al frente del gobierno, mientras 56% lo rechaza.