A sus 29 o 30 años -incluso su edad es un misterio- Kim Jong-un encarna el peligroso desafío nuclear de Corea del Norte,
mientras el mundo se pregunta si es en realidad un dictador megalómano, un riguroso estratega o una marioneta en manos de los halcones del régimen.
En la vecina Corea del Sur una creciente mayoría de expertos considera que el joven dirigente ha acaparado el mando absoluto del Partido de los Trabajadores y el Ejército Popular, los dos pilares básicos del Estado, y por tanto goza de un poder real para tomar decisiones.
Kim Jong-un "ha dado suficientes muestras de autoridad", como "obtener en cuestión de meses los máximos cargos" de secretario general del partido único y comandante supremo del Ejército, o "situar a personas de su confianza en puestos clave", comenta el reconocido analista político surcoreano Shim Jae-hoon.
En contraste, otros observadores creen que el dirigente es demasiado inexperto y quienes manejan los hilos del jerarquizado Estado norcoreano son los "dinosaurios" perpetuados en las elites del Partido y el Ejército, como el influyente Jang Song-thaek, tío paterno del líder y uno de sus principales mentores.
Este general de cuatro estrellas de 68 años es considerado el número dos del régimen y principal asesor político de Kim Jong-un, lo que aporta peso a la teoría de que es él quien realmente toma las decisiones en este sistema totalitario cuyos engranajes se mantienen en el más absoluto secreto.
En todo caso, hoy la mayoría de expertos coinciden en que la reciente campaña de amenazas con la que Pyongyang sitúa cada día en rojo la aguja del tensiómetro en la península coreana responde más a una estrategia política que a la supuesta voluntad de iniciar una guerra.
Tras más de un año en el poder y acosado por hasta tres resoluciones de la ONU que han ampliado las restricciones comerciales a Corea del Norte, Kim "está bajo presión" y, "a falta de comida, necesita ofrecer algo a sus ciudadanos", en este caso unidad contra los "enemigos" del régimen, asegura Shim.
Mientras, de cara al exterior, el "líder supremo" buscaría elevar la tensión para partir en situación de ventaja de cara a futuras negociaciones con EEUU y Corea del Sur, que le podrían reportar importantes concesiones como ayuda humanitaria u otro tipo de asistencia para paliar la situación de crónica escasez.
Por otra parte, la juventud e inexperiencia de Kim Jong-un representa para muchos una amenaza a la seguridad en la península coreana, donde en las últimas seis décadas veteranos dirigentes de los dos lados han logrado evitar enfrentamientos a gran escala a pesar de la tensión casi permanente.
"Los norcoreanos parecen jugar a la política del riesgo calculado y llevarla al mismo límite de la posibilidad de un conflicto", explicó Christopher Hill, principal negociador de EEUU con Corea del Norte desde 2005 a 2008, que advirtió del peligro de que "se pasen de la raya" y ocurran incidentes graves.
Tras la inesperada muerte de Kim Jong-il en diciembre de 2011, la llegada al poder de su hijo menor educado en Suiza como sucesor de la peculiar dinastía comunista norcoreana creó expectación sobre la posible apertura de un régimen anclado en tiempos de la Guerra Fría.
Sin embargo, la Corea del Norte de Kim Jong-un ha seguido aferrada al hermetismo como escudo político y, sobre todo, ha reafirmado su adhesión al "Songun", política establecida por Kim Jong-il basada en priorizar los intereses militares en el Estado.
En contradicción con esta intransigencia política y militar, el joven líder mostró su cara más amable al asistir el pasado verano a una actuación con personajes de Disney y, más recientemente, recibir en Pyongyang al jugador estadounidense de la NBA Dennis Rodman, con el que entabló una peculiar amistad.
Estos y otros detalles considerados posibles indicios de apertura en el exterior han quedado, de momento, en simples anécdotas que revelan la extravagancia tanto del "líder supremo" como de la dinastía comunista que durante años ha puesto en jaque al mundo con su programa nuclear.
Seúl (Corea del sur)