
A lo largo de la historia, los tsunamis en el mundo han dejado una profunda huella por la fuerza destructiva y las miles de víctimas mortales. Estos fenómenos de olas gigantes arrasan con todo a su paso en zonas costeras, causando pánico y dejando una estela de dolor entre quienes los enfrentan. Los Informantes conoció la historia de una familia colombiana que sobrevivió a uno de los más fuertes registrados hasta ahora en el planeta.
Los tsunamis, causados generalmente por terremotos submarinos, desplazamientos de tierra o erupciones volcánicas, además de causar daños materiales incalculables y miles de víctimas mortales dejan también lecciones para la vida, como lo relató la colombiana Claudia Tangarife en Los Informantes, y, de cara a las autoridades, enseñanzas sobre la importancia de la prevención y los sistemas de alerta temprana.
¿Cuál han sido los tsunamis más grandes y devastadores del mundo?
El 26 de diciembre de 2004 se registró uno de los tsunamis más mortales y destructivos de los que se tiene información. En el Océano Índico, un terremoto de magnitud 9,1 en la escala de Richter, con epicentro frente a la costa de Sumatra, Indonesia, generó olas de hasta 30 metros de altura que impactaron en 14 países, incluyendo Tailandia, Sri Lanka, India y las Maldivas. Según datos de Naciones Unidas y del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), murieron más de 230.000 personas y millones quedaron desplazadas.
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“Entonces empieza una vibración, empieza como un gorila, cada vez más bravo, más bravo y después son 100 gorilas”, recordó Claudia Tangarife en Los Informantes sobre ese tsunami que ella y su hijo vivieron de cerca en Tailandia.
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Otro evento recordado por su potencia y las fatales consecuencias que generó es el tsunami de Japón en 2011, también conocido como el Gran Terremoto del Este de Japón. Ocurrió un 11 de marzo tras un sismo de magnitud 9,0 que sacudió la región de Tōhoku y causó olas que alcanzaron alturas de hasta 40 metros en algunas zonas costeras. El desastre dejó cerca de 20.000 muertos y desaparecidos, y provocó una emergencia nuclear sin precedentes en la planta de Fukushima, que sufrió múltiples explosiones y fugas radiactivas. La Agencia Meteorológica de Japón y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) han documentado ampliamente este evento, considerado uno de los más complejos por sus impactos en cadena.
El 1 de noviembre de 1755, en Lisboa, Portugal, se registró otro de los tsunamis más potentes del planeta. Un fuerte terremoto, de una magnitud estimada entre 8,5 y 9, sacudió la capital portuguesa en el Día de Todos los Santos. Luego, olas de gran altura impactaron la ciudad y otras zonas del Atlántico. Según la información histórica, se calcula que murieron entre 40.000 y 50.000 personas, aunque la cifra podría ser mayor.
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Otros tsunamis de gran poder han ocurrido en Alaska (EE. UU.), en 1964, cuando tras un movimiento telúrico de magnitud 9,2 se vieron afectadas gravemente las comunidades costeras, llegando hasta Hawái y California. De otro lado, en 1960 un terremoto de magnitud 9,5 en Valdivia, Chile, provocó olas que cruzaron el Pacífico y causaron muertes incluso en Japón y Filipinas.
Los colombianos que sobrevivieron a un tsunami
Claudia Tangarife y su hijo Daniel Arguelles disfrutaban de unas vacaciones en las islas Phi Phi, en Tailandia, en diciembre de 2004, pero de un momento a otro lo que iba a ser una Navidad perfecta se convirtió en una verdadera pesadilla. Antes de las 10 de la mañana, la tierra se sacudió en el Océano Índico y, posteriormente, un tsunami causó terror.
Claudia Tangarife había salido de Bogotá el 16 de diciembre de 2004 para encontrarse en Bangkok con su hijo Daniel Arguelles, quien hacía 2 años estaba estudiando en Australia. Planearon por meses sus vacaciones en aguas cristalinas y playas blancas, ella viajó durante 23 horas en avión, 18 en bus y 2 más en lancha y llegó a las soñadas islas para volver a disfrutar de la compañía de su primogénito.
Se quedaron en un hotel cerca de la montaña y sus maletas ya estaban llenas de regalos para sus familiares en Colombia. Sin embargo, no bajaron a la playa esa mañana porque Daniel se trasnochó y eso terminó por cambiarles la vida.
“Salgo yo al balconcito, un balcón mínimo, cuando veo que empieza a levantarse allá a lo lejos como una pared de agua del alto de un edificio de cuatro pisos. Daniel me agarra el hombro con fuerza y dice ‘vámonos de aquí’”, así recuerda Claudia el inicio de la que sería prácticamente una carrera por su vida. Tuvieron que correr, como podían hacia la montaña, “ese ruido nos pisaba los talones, el mar nos pisaba los talones”. Aunque en un primer momento regresaron para llevarse sus maletas y alcanzaron a ver personas sepultadas por las olas, no pudieron ayudar a nadie, solo les quedaba intentar refugiarse.
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“Vamos caminando cuando de pronto arranca el rugido de nuevo y no fue sino que arrancara para que Daniel gritara ‘corran a la montaña’. Y corra y corra, yo veía como se desgarraban esas piernas de correr, los dedos de los pies y todo corriendo, pero ahí uno no siente dolor en ese momento”, relató Claudia.
Ella y su hijo corrían con las maletas en la espalda y antes de llegar a la montaña perdieron contacto, sin embargo y por fortuna, luego se reencontraron. “Esas maletas representan demasiado aprendizaje para mí. Cómo se me ocurre devolverme por las maletas, cómo se me ocurre no soltarlas. Yo la solté, pero se la cargué a otro (su hijo terminó llevándolas)”, narró. Mientras su familia en Colombia los daba por muertos, ellos – en medio de la tragedia – solo tenían gratitud por seguir con vida.
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Su historia es como un milagro. Son sobrevivientes de uno de los más potentes tsunamis que han enlutado al mundo. “Yo me siento privilegiada y yo me siento bendecida por haber vivido eso, porque yo creo que yo, la terca, controladora, adicta al trabajo y todo eso, necesitó un revolcón tan grande para aprender”, puntualizó Claudia Tangarife.