Miles de activistas salieron a las calles, encendieron las linternas de sus celulares y crearon un inmenso manto de luz.
Esta concentración fue una de las más concurridas desde que comenzaron las protestas en este territorio semiautónomo.
"Hay 800.000 personas participando en la protesta", dijo Eric Lai, del Frente cívico para los derechos humanos, el domingo al anochecer.
La excolonia británica está sumida desde junio en su peor crisis desde su retrocesión a Pekín en 1997, con manifestaciones casi diarias para exigir reformas democráticas y una investigación imparcial de la actuación de la Policía durante las protestas.
Esta manifestación se celebró dos semanas después del triunfo de los candidatos prodemocracia en las elecciones locales del 24 de noviembre, una fecha en la que las autoridades aseguraron que una mayoría silenciosa de hongkoneses discreparía con los manifestantes, pero finalmente no fue así.
Este domingo, los manifestantes quisieron dejar clara su ira hacia Pekín y hacia la jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, que se niegan a escuchar sus reivindicaciones pese al resultado claro de las elecciones locales.
"No quieren escuchar"
"Da igual la manera en la que expresemos nuestras opiniones: manifestación pacífica, elecciones... El gobierno no quiere escuchar", lamentaba un manifestante de 50 años que dijo llamarse Wong. "Ellos solo obedecen las órdenes del partido comunista chino", dijo.
"Lo que ha sacudido esta sociedad durante estos meses no va a desaparecer mientras el gobierno se niegue a resolver esta injusticia sistemática", añadió Sirius Tam, de 21 años.
La Policía de Hong Kong autorizó esta manifestación, organizada por el Frente Cívico para los Derechos Humanos en toda la isla, algo que no ocurría desde mediados de agosto.
"Es la última oportunidad que el pueblo le da a Lam", declaró el viernes ante los periodistas Jimmy Sham, uno de los responsables del Frente, que defiende la no violencia y es el movimiento que organizó las grandes protestas de junio y julio.
Durante los últimos meses, las autoridades locales prohibieron las principales concentraciones, alegando que existía riesgo de violencia, aunque muchos hongkoneses desafiaron el veto y siguieron tomando las calles.
"No sé cuánto tiempo durará esto. Por ahora no vemos el final, pero no daremos marcha atrás", dijo otro manifestante llamado Kevin.
La protesta de este domingo coincidió con la víspera del aniversario de los seis meses de movilización, que empezó con una gran manifestación el 9 de junio contra un proyecto de ley para facilitar las extradiciones a China que finalmente fue retirado. Desde esa fecha, unas 6.000 personas han sido detenidas y cientos resultaron heridas, según la Policía.
En los foros en línea que usan los manifestantes han cundido los llamados para llevar a cabo un gran bloqueo de los transportes públicos el lunes, fecha exacta del aniversario, si las autoridades locales no atienden sus exigencias.
Sin señales de cambio
Pero nada hacía presagiar un cambio de actitud en la jefa del gobierno local. Desde las elecciones, Carrie Lam, cuya tasa de apoyo entre la población está en niveles históricamente bajos, no ha hecho ninguna concesión al bando prodemocracia.
La reputación de la Policía también se vio fuertemente dañada.
Según un sondeo publicado el viernes por el Hong Kong Public Opinion Programme, que estudia la opinión pública desde hace años, las fuerzas de seguridad registraron una tasa de desaprobación récord. El 40% de las personas encuestadas le atribuyeron la nota más baja, es decir, cero.
El nuevo jefe de la policía de la ciudad, Chris Tang, parece decidido a mantener la línea de su predecesor, descartó el pedido de una investigación independiente y advirtió que la policía reprimiría cualquier acto violento en la manifestación de este domingo.
El domingo, la policía dijo que había confiscado armas (dos cuchillos y una pistola) y detenido a once personas en Hong Kong.
"Pensamos que había un grupo que quería provocar el caos durante la protesta (...) y atacar a la policía", dijo a la prensa el comisario Lee Kwai-Wa, de la oficina de lucha contra el crimen organizado.